A tus problemas: hazlos aliados de tu crecimiento y espera con paciencia su partida
Vivimos la hermosa realidad de estar asumiendo el control, manejamos toda la teoría y en la práctica sentimos que avanzamos un poco más cada día y con cada amanecer tenemos más consciencia… ¡claro que sí!… y de pronto… un inesperado problema se apodera de la escena.
La pérdida de un ser amado, el desprendimiento de algún bien material que nos desequilibra, alguna situación de salud, o sencillamente nos percatamos de que nuestra cuenta bancaria no está muy acorde a nuestras necesidades, en fin, un sin número de hechos pueden doblegarnos, sentimos en ese momento que nos llega la hora de enfrentarnos con nuestros temores.
No podemos pensar, menos aún creer, que el hecho de experimentar un cambio trascendental en nuestra vida por un nuevo despertar, significa que siempre serán buenas noticias, al contrario, el objetivo primordial es tener la entereza de sacar bien del mal y del mal el menos.
Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad.
Winston Churchill
¿Qué debemos hacer entonces tras una estocada inesperada de la vida? En principio respirar hondo, abrirnos a observar la situación; un asunto económico, la partida de un ser, la ruptura de una relación, la pérdida de un trabajo o cualquier situación que se nos presente para la cual no nos habíamos preparado de una u otra forma.
Observando la situación, de manera serena, nos permitimos estar presentes, en consciencia y atentos a lo que está sucediendo en nuestro entorno; pero sin convertirnos en espectadores de la reacción de los demás, especialmente de aquellos que por algún motivo también resultaron afectados por la misma situación que nos aqueja.
Es importante permitirnos sentir el malestar, la angustia, la tristeza, la frustración, la pena… reconocer el sentimiento que nos invade; pero es primordial no identificarnos con esto, no dejar que pensamientos externos interfieran en lo que estamos reconociendo, por ejemplo: ¿y ahora como voy a pagar las cuentas? ¿será que tiene otra persona? ¿qué voy a hacer sin él en mi vida? ¿y si hubiera llamado antes?…
Si bien estas dudas son comunes en muchos casos, no nos damos cuenta que no hace falta generar estos pensamientos y añadirlos a lo que ya estamos sintiendo, no es necesario, esto nos distorsiona del verdadero proceso de reconocer, ¿por qué? porque son preguntas que versan sobre el pasado o el futuro, nos alejan del presente, y cualquier cosa que interfiera en nuestra observación interna ante un hecho, nos coloca en un proceso de identificación completamente innecesario, de allí el sufrimiento. Estando presentes en consciencia es más sencillo saber qué hacer.
No es una elección el reprimir, es necesario dejarnos sentir, experimentar lo que sentimos, pero con la mayor calma posible, casi de manera sublime, incluso nos permitirá entender el verdadero significado de lo que está ocurriendo.
Ojo a las situaciones inesperadas. En ellas se encierran a veces las grandes oportunidades.
Joseph Pulitzer
Los problemas, malas noticias, adversidades llegarán sorpresivamente y no siempre tendremos la disposición de transformarlos en una oportunidad; pero siempre tendremos la opción y para ello podemos sugerir algunas maneras de darle la cara a los llamados problemas:
- ¡Asúmelos!, son una parte natural de la vida.
- Compártelos, siempre es más liviana la carga compartida.
- No te sientas culpable, no te agobies con pensamientos innecesarios. Diferencia entre aquello que depende de ti y lo que no está en tu mano cambiar.
- Busca el lado positivo, saca bien del mal, si te esfuerzas en buscar un pequeño detalle, seguro que encuentras alguna razón por la que puedes pensar en positivo en medio de la decepción.
- Tómate tu tiempo para asimilar la realidad porque cuando algo duele de verdad, es importante que te des un margen de tiempo para aceptar el curso de los acontecimientos, siempre en presencia y en consciencia de lo que está ocurriendo.
- Exprésate, llora si lo necesitas o busca maneras de expresión como la escritura.
- Descansa, escucha las sensaciones de tu cuerpo, no fuerces la máquina. Ante la tristeza, es normal sentir apatía y desmotivación porque la tristeza te deja más bajo de energía.
- Cuídate y mantente alerta a tu sentir.
- No ignores lo que ha pasado, no niegues lo sucedido, ni te reprimas.
Y finalmente comprende que todo es circunstancial… Todo pasa.