Tal vez solo estaba esperando que me trataras como en un principio lo hacías
Todos sabemos que las relaciones cambian a como era en un principio, que el amor tiene diferentes etapas y cada una de ellas tiene un conjunto de características asociadas. Está claro que en las etapas iniciales estamos en esa fase de enamoramiento, que nos embriaga y nos hace sentir en un nube, donde no hay cabida para mucho más que no sea la interacción de dos personas que se sorprenden con lo bien que logran acoplarse.
En el principio predominan los detalles, la pasión, las ganas, la disposición. No hay mucho espacio para dudas, porque nos sentimos los protagonistas en ese libreto de amor. Se intenta impresionar, se ofrece lo mejor de sí, mostramos nuestra parte oscura con mucha cautela, con delicadeza, evitando alejar o desencantar a esa persona especial que ahora forma parte de nuestra vida.
Las promesas se hacen presente, esas ganas de recorrer juntos un camino, de incluir al otro en nuestras cosas importantes, el hablar y pensar en la otra persona la mayor parte del tiempo y sonreír con solo recordar una palabra, forma parte de esa etapa en donde vamos experimentando quizás lo más dulce del amor.
Hay quienes afirman que en efecto esa etapa es tan importante porque nos da la energía que vamos a tener que emplear en aquellas fases donde las cosas pierden esa tonalidad rosa o rojo pasión, para irse hasta inclusive una escala de grises con predominación del negro.
Debemos estar preparados y conscientes de las etapas de las relaciones, pero esto jamás puede ser usado como argumente para justificar cosas negativas que se puedan presentar a posterior en la relación, ni la ausencia de aquello que nos nutría en un principio.
Evidentemente si me trataste desde el principio como una princesa para conquistarme, para enamorarme, no me sentiré cómoda si comienzas a tratarme como asistente del rey a mitad de la relación… Si tus palabras despertaron mi interés y me hicieron soñar con un mañana juntos, no me pidas que no las extrañe y me conforme con las conversaciones de rutina, sin esperar que el romanticismo se haga presente. Sí, esto es bilateral, pero cuando me dirijo a donde quiero, me esquivas o me ignoras.
Muchas veces sabemos que podemos estar en una etapa más madura y más estable en la relación, donde quizás no sintamos mariposas revoloteando en la barriga, pero donde otras cosas ocupen nuestras posiciones prioritarias, el contar con alguien, el día a día, el apoyo, la seguridad, el conocerse, todo eso tiene mucho valor. Pero esto no nos hace excluir de lo que queremos, esas palabras que nutren y excitan, esas caricias, las sorpresas, los detalles… justo los detalles a través de los cuales nos llegamos a enamorar.