RINCÓN del TIBET

La sabiduría …

la sabiduría

La sabiduría es considerada como una de las fortalezas humanas por la psicología positiva y hace referencia a la capacidad que tiene una persona para adquirir información a partir de su vida y experiencias y usarla para mejorar su bienestar y el de los demás.

Es decir, no es sabia la persona que tiene muchos conocimientos, sino aquella que los sabe utilizar de manera positiva. A nivel social, la sabiduría permite a las personas escuchar a los demás, evaluar lo que dicen y ofrecer un buen consejo, aportando una forma de apoyo social. Cuando las personas se sienten mal, confusas o con problemas, intentan recurrir a una persona a la que consideran sabia para recibir su ayuda, por lo que esta fortaleza tiene una función social importante.

Los principales líderes religiosos de la historia, como Buda, Jesús, etc., mostraron un grado de sabiduría que conmovió a naciones enteras, aportando modos de mejorar como personas y en las relaciones entre nosotros y con el resto de los seres vivos. No obstante, a veces sus palabras pueden ser tergiversadas o usadas para hacer daño. Es decir, el conocimiento puede utilizarse de un modo erróneo. Por ejemplo, la intolerancia, el odio hacia quienes son diferentes, las guerras por motivos religiosos, la imposición por la fuerza de determinadas ideas, etc., constituyen un mal uso del conocimiento y no pueden considerarse sabiduría.

 

Características de la sabiduría

  • Representa un nivel superior de conocimiento, juicio y capacidad para aconsejar.
  • Permite a las personas tratar cuestiones importantes y difíciles acerca de la conducta y el significado de la vida.
  • Se utiliza para el aumento del bienestar de uno mismo y los demás.

La sabiduría procede de la capacidad para afrontar y superar experiencias difíciles, obstáculos o situaciones dolorosas, ya sea a través de experiencias vividas en carne propia, o mediante las de los demás, cuando les ayudamos a superarlas, así como de la tendencia a pensar en situaciones sociales o morales difíciles, propias y ajenas, analizarlas en profundidad, sacar conclusiones y encontrar soluciones y pautas de acción.

La persona sabia es aquella que tiene un conocimiento experto sobre el significado de la vida (lo que verdaderamente importa en la vida) y sabe como planificar y conseguir tener una vida con significado. Sabe dar buenos consejos ante importantes dilemas o conflictos. Además, tienen la flexibilidad suficiente como para saber que lo que es una respuesta sabia en una situación puede que no lo sea en otro contexto diferente.

Para medir la sabiduría, los investigadores usan diversos métodos. Uno de ellos consiste en presentar a las personas dilemas sociales, como: “Alguien recibe una llamada telefónica de un buen amigo que le dice que no puede más y que ha decidido suicidarse”. Luego le preguntan: “¿Qué podría tomar esta persona en consideración y hacer?” y le piden que piense en voz alta como respuesta a la pregunta. Después, varios investigadores entrenados evalúan las respuestas en base a determinados criterios y dan una puntuación.

 

Características de las personas más sabias

  • Tienen un gran interés en el mundo que les rodea
  • Tienen un buen conocimiento acerca de sí mismas
  • Utilizan tanto la razón como la emoción a la hora de tomar decisiones
  • Tienen un punto de vista amplio
  • Sienten una fuerte necesidad de hacer alguna contribución a los demás y la sociedad
  • Toman en consideración las necesidades de los demás
  • Saben dónde están los límites de lo que pueden hacer y lo que no pueden
  • Tienen un conocimiento adecuado de sus debilidades y fortalezas
  • Son capaces de ver el fondo o el corazón de los problemas importantes
  • Se comportan de un modo consistente con sus estándares y valores
  • Están dispuestos a aconsejar y consolar a los demás
  • Se comportan de manera ética

La sabiduría tiene consecuencias positivas para las personas. Los más sabios llegan a la vejez experimentando un mayor bienestar y más satisfacción en diversas áreas de su vida.

La sabiduría está también relacionada con características de personalidad como madurez, apertura mental, temperamento estable, sociabilidad, inteligencia social y ausencia de neuroticismo.

 

El desarrollo de la sabiduría

A nivel general, se considera que es a partir de los 40 años de edad cuando podemos empezar a encontrar personas que podemos llamar sabias.

Sin embargo, la sabiduría puede encontrarse también en personas jóvenes y a una edad muy temprana. De hecho, algunos estudios sugieren que los conocimientos relacionados con la sabiduría pueden empezar a desarrollarse entre los 15 y los 25 años de edad.

Los cambios en la personalidad de las personas a través del tiempo (incluyendo el desarrollo de la sabiduría) no están relacionados con el paso del tiempo sino con las experiencias que cada persona ha vivido y cómo ha respondido a ellas. Así, como escribió Allport, una persona de 11 años bien equilibrada puede mostrar “una mayor madurez que muchos adultos neuróticos y centrados en sí mismos.”

Es cierto que el paso del tiempo nos hace que vivamos más experiencias difíciles que, al afrontarlas, son las que pueden hacernos más sabios si sabemos manejarlas adecuadamente y usarlas para aumentar nuestra sabiduría; pero la edad no necesariamente hace a una persona más sabia.

 

¿ Qué experiencias nos hacen más sabios ?

Aunque son pocos los estudios al respecto, se sabe que existen ciertas experiencias que pueden ayudar a desarrollar la sabiduría, como el hecho de tener cerca de una persona sabia que nos instruya.

Algunas profesiones pueden proporcionar a las personas experiencia y entrenamiento para pensar acerca de problemas y dificultades personales difíciles, lo que facilita el acceso y la adquisición de este sistema de conocimiento. Por ejemplo, entre los psicólogos clínicos se encontró un rápido aumento de la sabiduría entre los 20 y los 50 años de edad, en comparación con el resto de las personas del estudio.

Independientemente de su profesión, algunas personas experimentan un mayor desarrollo de la sabiduría a lo largo del tiempo. Suelen ser personas más resilientes, motivadas.

La acumulación de un amplio rango de experiencias precede el desarrollo de la sabiduría, así como la generación de tareas vitales o profesionales creadas por uno mismo y la implicación en esas tareas. Es decir, la implicación en el trabajo parece jugar un papel importante en el desarrollo de la sabiduría.

La persona más sabia no es necesariamente aquella que nunca ha tenido problemas psicológicos o emocionales. Es la forma de responder a los problemas emocionales o físicos lo que determina si desarrollará o no sabiduría.

Llegar a estar en paz con las propias decisiones juega un papel importante en el desarrollo de la sabiduría. La sabiduría emerge de la trascendencia de las propias limitaciones, por una parte, y de su aceptación, por otra. Las situaciones en las que tenemos que decidir lo que podemos cambiar y lo que no, ponen a prueba nuestra sabiduría.

Las personas que han cometido errores pero los han aceptado son más sabias que aquellas que dicen no arrepentirse de nada o aquellas que han cometido errores y no los han aceptado.

La sabiduría y la salud psicológica están relacionadas, puesto que las personas más sabias tienen una mayor salud psicológica. De hecho, la sabiduría suele adquirirse mediante la resolución satisfactoria de crisis vitales y problemas. Así, vivir más experiencias estresantes a lo largo de la vida puede facilitar el desarrollo de la sabiduría. No obstante, si el número de sucesos estresantes negativos es demasiado alto, parece producirse una inhibición del desarrollo de la sabiduría, sobre todo entre los que son poco resilientes.

Las personas que han hecho cambios importantes en el amor y el trabajo son más sabias a los 50 años. Hacer cambios vitales importantes entre los 30 y 40 años parece tener un efecto positivo en el desarrollo de la sabiduría.

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