RINCÓN del TIBET

No es más fuerte el que soporta, sino quien sabe soltar

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No es más fuerte el que más soporta, sino quien es capaz de soltar

Solemos relacionar nuestra capacidad de soportar y de resistir con la fortaleza, sin embargo, la verdadera fortaleza radica en determinar qué es lo que no nos hace bien y dejarlo ir.

Algunas veces soltar se hará complicado, e inclusive, sabremos que en puntuales ocasiones soltar, si está relacionado con el abandono de una causa, solo lo debemos hacer para cambiar de estrategia, pero sin perder la esperanza de materializar el fin perseguido.

Esto ocurre especialmente cuando las causas van más allá de lo individual, cuando los motivos por los cuales luchamos y resistimos, trascienden, son causas justas e involucran a otras personas.

Pero en términos generales esas batallas por libertades globales, intentos por cambiar al mundo, causas generales, etc, no corresponden a nuestro día a día, pocas oportunidades tenemos de participar en esas luchas, lo cual nos coloca frente a una realidad más micro, pero no menos importante, por la cual no debemos soportar cualquier cosa en nuestra vida.

Muchas veces por miedo, por costumbre, por querer ser aceptados, por encajar dentro de parámetros, soportamos condiciones que no nos satisfacen del todo, que no nos ayudan a crecer, sino que por el contrario nos estancan o retrasan. Y es allí donde debemos mostrar nuestra verdadera fortaleza, es allí donde es necesario decir: esto no lo necesito, no es lo que quiero y no lo pienso soportar.

Partiendo de reconocer qué es lo que queremos en nuestra vida, la decisión de soltar se hace necesaria y la necesidad de llenar nuestra vida de luz toma fuerza, pero es necesario romper las barreras que se encuentran ubicadas en nuestra mente, que no nos permiten dar ese paso y abrir nuestras manos ante la brasa ardiente.

Soltar nos libera, nos coloca en una posición de ventaja, que sin la presión por querer que las cosas sean diferentes, buscando cambiarlo todo y frustrándonos con los resultados, pues cambiamos nosotros, cambiamos de perspectiva, aceptamos una situación, pero decidimos si queremos permanecer en ella o dejarla ir. En caso de no poder soltar una situación, podemos decidir la manera de apreciar esa realidad, podemos decir que nos afecte, que no nos lastime.

Toma para ti este hermoso mensaje y date cuenta de cuándo debes dejar ir:

Si no trae alegría a tu vida… suelta.
Si no te ilumina ni construye… suelta.
Si permanece pero no crece… suelta.
Si no acaricia tu ser… suelta.
Si intenta cambiarte… suelta.
Si se impone el “yo”… suelta.
Si son más los desencuentros que los encuentros… suelta.
Si no suma a tu vida… suelta.

SUÉLTATE… la caída será mucho menos dolorosa que el dolor de mantenerte aferrado a lo que NO ES.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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