La mejor decisión llega tras la paciencia…
La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Es la virtud de quienes saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan, ya que piensan que a las cosas que no dependan estrictamente de uno hay que darles tiempo.
No podemos olvidar que la impaciencia y la desesperación nos suelen empujar a resolver los problemas con soluciones superficiales que dan resultados inmediatos.
La paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces. Proverbio persa
La persona paciente tiende a desarrollar una sensibilidad que le va a permitir identificar los problemas, contrariedades, alegrías, triunfos, fracasos del día a día, entre otras cosas, y por medio de ell0, afrontar la vida de manera optimista, tranquila y siempre en busca de armonía.
Hay que tener en cuenta que la insensibilidad a lo único que nos lleva es a no preocuparnos ni impresionarnos ante la aparición de las cosas buenas o dificultades que se nos pueden presentar a lo largo de nuestras vidas.
A veces la impaciencia nos lleva a adoptar actitudes derrotistas que hacen que ante la desesperación abandonemos lo que intentamos conseguir. Conviene aclarar que no se debe confundir la paciencia con otros actitudes, es decir, con la pasividad y la indiferencia, que nos llevan a aceptar con resignación lo que nos ocurre, a no luchar por nuestros objetivos y a abandonarnos en manos de la suerte.
La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte. Immanuel Kant
Conviene aclarar que asumir la vida y sus inconvenientes con paciencia no es lo mismo que resignarse pasivamente y aceptar que todo ocurre porque tiene que ocurrir. Es una virtud que se puede cultivar y que nos dice que todo tarda lo suyo en llegar y que no hay que perder los nervios mientras esperamos que ocurra.
Tener paciencia tiene mucho que ver con saber autocontrolarse. Respirar profundo, contar hasta diez, aprender a relajarse, etc. Son soluciones válidas para enfrentarnos a las distintas situaciones que nos exigen paciencia.
Intenta hacer una lista de las cosas que te impacientan. Anótalo todo por muy ridículo o insignificante que te parezca. Ordénalas según su importancia en tu vida. Identifica cuáles dependen de ti, cuáles de alguien cercano y cuáles están fuera de tu alcance. Actúa sólo en los casos que dependan de ti. No importa que los demás vayan a otro ritmo.
No confundas la paciencia, coraje de la virtud, con la estúpida indolencia del que se da por vencido. Mariano Aguiló
Puedes realizar ejercicios como adelantarte a una cita y esperar unos cinco o diez minutos, demora algo que desees realizar de inmediato, no abandones una tarea sin haberla acabado, espera unos segundos antes de descubrir el resultado de algo, etc.
Piensa en los beneficios de no perder la calma. A veces exageramos las reacciones cuando en realidad lo único que hacemos es nadar contra corriente, perder el tiempo. Gran parte de las cosas ante las que desesperamos acabarán dando frutos. Vale la pena afrontar las dificultades para alcanzar beneficios con serenidad, optimismo y paciencia.