¿Cómo llenar el alma en lugar de cómo llenarnos de alma?
Escuchar hablar de nuestra alma como si ella pudiese asociarse a lo que sentimos, sin duda despierta un tanto de ternura, ante la ingenuidad de poder pensar que esa parte espiritual de nosotros pueda sufrir de los males de nuestro cuerpo físico o mental.
Nuestra alma está completa, está perfecta, está plena, en conexión directa con la fuente, ella como parte esencial de quienes somos, hace un plan especial y decide encarnar en nuestro cuerpo para sentir, para experimentar, para sumar la vivencia de un tránsito más.
De hecho difícilmente hayamos venido a este plano a aprender, pero sí hemos venido a sentir, cosa que aparentemente nuestra alma necesita a nuestro cuerpo y quizás a muchos otros.
Entendemos a lo que se refiere el decir que nuestra alma necesita llenarse al estar triste, pero, ¿por qué más bien no tratamos de llenarnos de alma cuando estamos tristes?
¿Qué queremos decir con esto?
Que nos conectemos a esa fuente de bienestar infinita, que entremos en conexión con nuestra esencia y recordemos quienes somos en este tránsito. Al silenciar nuestra mente, nos será más sencillo escuchar nuestra alma, llenarnos de ella, de su paz, de su seguridad, captar que todo es perfecto tal y como está, que esto ya sabíamos que pasaría.
Cuando decidimos venir a esta experiencia sabemos que vamos a sufrir, que vamos a olvidar de dónde venimos, que vamos perder a personas que amamos, que nos perderemos muchas veces a nosotros mismos, que nuestras almas cercanas nos están acompañando, que quizás enfermemos, que estaremos limitados por un cuerpo, etc., etc., etc. Pero todo eso queda reservado en un nivel de consciencia al cual no tenemos acceso.
Sin embargo, cuando nos permitimos sentir nuestra parte espiritual, por breves instantes, el ego calla, los miedos se van, las dudas se disipan, las tristezas no tienen lugar, la compasión nos invade y nos sabemos amor, nos sabemos paz y desde allí entendemos que todo está bien tal y como está. Solo debemos procurar esos breves momentos de verdadera luz, solo debemos volver a lo que somos un instante para que todo tenga sentido.
Tu alma siempre se alimentará de amor, pero nunca está falta de él. Nosotros, en nuestro cuerpo y en nuestra mente somos los que cortamos ese torrente de divinidad y perdemos conexión con lo que somos, pero los silencios, son los que nos susurran y en algunos casos nos gritan lo que realmente somos.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet