– ¿Y tú qué haces? – Nada, soy ama de casa
Habrá muchas personas leyendo esta entrada a quienes no les cause ningún efecto el contenido del diálogo presentado en el título, de hecho, de este grupo pocos se sentirán atraídos por ver el desarrollo de este tema. Sin embargo, habrá otro número, afortunadamente en crecimiento día a día, que el corazón les dará un brinco, ante la injusticia y la desvalorización que representa colocar un “nada”, antes de “soy ama de casa”.
Señores, no hay nada más agotador, más demandante, más desgastante que el ser ama de casa y si se tienen hijos, pues con efecto multiplicado. El ser ama de casa representa la responsabilidad de mantener un hogar con todo lo que ello implica, sin ningún tipo de remuneración económica, sin vacaciones, sin horarios limitados, sin días feriados y muchas veces sin reconocimiento por parte de los más beneficiados.
Cuando una mujer decide dedicarse a su hogar, atender a su familia, muchas veces decide dejar de lado su formación académica, su carrera, puede ser vista como improductiva, pero ¿en términos de qué está siendo medida esa productividad? De ingresos económicos. Normalmente es visto un desperdicio de capacidades en labores domésticas.
En lo absoluto coincido con que un ama de casa, una mujer que se dedique a su familia, a ejercer a plenitud la crianza de sus hijos, pueda ser vista como improductiva por el contrario está construyendo pilares, está fomentando nexos, está sosteniendo un hogar, quizás no por la vía económica, pero sí a través de su dedicación, afecto, cuidado, que difícilmente pueda ser sustituido por alguna otra figura.
Soy partidaria que la mujer que decida ser ama de casa, encuentre siempre momentos para sí misma, aprenda a decir que no, no renuncie a sus sueños y sobre todo ella misma pueda valorarse por llevar a cabo uno de los roles más delicados y a la vez complicados dentro de una familia y por ende de una sociedad.
Esto para nada es una crítica para quienes trabajan fuera del hogar, ni a las madres que se apoyan en otras figuras para complementar el cuidado de su familia y de su hogar, no es una invitación a dejar carreras por casas, tampoco una invitación a ir más allá de las paredes del hogar… Simplemente es un reconocimiento a esa labor que muchas veces pasa desapercibida y es muy mal agradecida.
Solo cuando un ama de casa falta en una casa es cuando los demás se dan cuenta de que ella era el eje del hogar, quien es ama de casa a tiempo completo está entregando parte de sí, está poniendo en pausa proyectos o dedicándoles menos tiempo, se vuelve normalmente dependiente a nivel económico y esto puede restarle seguridad.
Ella ante todo debe sentirse cómoda y feliz con lo que hace, debe saberse libre de cambiar de rol o disponibilidad de dedicación cuando lo considere y por sobre todas las cosas jamás debe sentirse que no está haciendo nada… Y quienes están a su alrededor, contribuirán a ello a través de su agradecimiento, su valorización, su respeto y su amor… Aun cuando ella solo piense o asegure que el ver a su familia feliz es lo único que le interesa.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet