Y no sé qué dolió más… Si haber perdido la confianza o haber perdido el tiempo
Sin duda dos cosas que no se recuperan jamás. El dejar de confiar en alguien normalmente nos hace pensar en todo el tiempo que hemos invertido en una relación, que ahora vemos como perdido.
Todo el que ha pasado por un engaño, por una traición, todo aquel que se ha encontrado de frente con una dolorosa verdad, luego de haberse creído una buena cantidad de mentiras sabrá que algo en el interior se quiebra para siempre. Inclusive no solo la desconfianza se apodera de esa relación, para no dejarla avanzar más, sino que el daño generado puede afectar cualquier relación futura si no nos proponemos sanar y separar los acontecimientos y las personas.
La única manera de saber si podemos confiar o no en alguien, es confiando, viendo qué pasa, si es posible con la mejor disposición, sin esperar nada negativo, sino por el contrario, apostando a ganador. Si lamentablemente la persona en quien hemos depositado nuestra confianza, no la ha podido valorar, pues será ella la que salga perdiendo.
Quien ha perdido la esperanza, ha perdido el miedo…
Debemos aprender a no generalizar, no todas las personas son iguales, ni siquiera una misma persona se tiene que comportar de la misma manera en dos de sus relaciones. Si nos han engañado, eso no quiere decir que no podamos volver a confiar más, ni que vayamos paranoicos por la vida, con la mentalidad de que vamos a ser víctimas de alguna traición.
Todo lo que nos ocurre es una oportunidad para aprender, tanto si estamos del lado de quien ha quebrantado la confianza de alguien más, como si somos nosotros quienes hemos invertido nuestra confianza en quien no ha sabido cómo mantenerla. Cada decisión lleva un riesgo y veces no medimos sus consecuencias, a veces simplemente actuamos a la ligera, pensamos que las cosas nunca se van descubrir, o decidimos por todos que no es tan importante dar o no alguna información y resulta que terminamos lastimados o lastimando a otros.
Lo que no debemos nunca es sentirnos culpables por haber confiado en alguien, el error no es nuestro, nosotros hemos actuado apostando por lo mejor de las personas, por lo que sentimos y a fin de cuentas por lo que nosotros somos y nos sentimos capaces de hacer y lo que nos ocurra no debe nunca hacernos ver al mundo diferente. Una traición quizás nos puede hacer estar un poco más alerta, pero a fin de cuentas, mientras más relajados estemos en nuestras relaciones, mejor fluirá todo.
El tiempo perdido, nunca se encuentra de nuevo…
De cualquier manera, la desconfianza no evitará que una traición ocurra, pero sí nos robará la paz. Si tenemos argumentos para desconfiar de alguien y esto está afectando nuestra tranquilidad, no resulta la mejor de las ideas el permanecer en esa relación. Sin embargo, evaluemos qué tan válidos son los argumentos y coloquemos en balanza qué es lo que queremos.
A veces sabemos con anterioridad lo que va a ocurrir y nos quedamos esperando la muerte anunciada, invirtiendo más y más tiempo en algo que sabemos que no aportará algo positivo a nuestras vidas. Es tu culpa haber perdido todo ese tiempo.
Déjate guiar por tu intuición, más que por tu ego y te ahorrarás una mala inversión de tus recursos más valiosos, o por el contrario, sentirás que a pesar de todo, ése es un buen lugar para permanecer…
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet