Y en algún momento deja de ser importante lo que alguien más diga de nosotros
Que alguien comenten de otras personas, es una actitud tan normal, que hemos aprendido de alguna manera, a no dejarnos afectar por ciertos comentarios que alguien diga de nuestra persona, especialmente, cuando no hacen algún aporte beneficioso a nuestra vida, sino que por el contrario, tienen un matiz negativo y hasta destructivo.
Para que el que cree no es necesaria ninguna explicación: para el que no cree toda explicación sobra. Franz Werfel
Ocurre que el problema no es el comentario en si mismo, ni el efecto que pueda tener en nuestro entorno, que si bien es importante, bastará con la intención de aquel que quiera aclarar su procedencia, para lo que deberá recurrir a la fuente, el verdadero problema se manifiesta, cuando terminamos nosotros mismos, por creer lo que alguien ha dicho y permitimos que nos afecte, que nos moleste, reaccionamos ante el y nos preocupa aclarar el comentario y lo que piensen los demás.
Creer lo que se dice de nosotros, no se trata de saber o no que lo que se ha dicho es cierto o falso, se trata del efecto que causa en nosotros, en nuestra vida. Le damos credibilidad a lo que se dice de nosotros, en la medida en que nos afecta, en que sentimos la necesidad de desmentir y en la medida en la que lamentamos perder relaciones o cercanías con aquellos que terminan por creerse lo que dicen y no se ocupan de buscar veracidad en lo que ha llegado a sus oídos.
El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer. Mariano José de Larra
Los comentarios vuelan dicen por allí, especialmente los negativos, si se desea que algo no se sepa, será lo primero que se propague, cuando deseamos que algo se mantenga oculto, saldrá de cualquier manera.
Debemos mantener nuestra mente clara y serena y evitar que nos genere perturbación alguna, si bien solemos dejarnos afectar por lo que alguien dice de nosotros en algún momento de nuestra vida, especialmente cuando el comentario nos daña, debemos entender que somos nosotros mismos lo que les damos poder a lo que se dice, que nos preocupa aclarar a quien no nos ha pedido aclaratoria, esto solo puede traducirse en el hecho de que estamos creyendo lo que se dice.
Cuando no hemos dicho o hecho algo, no nos preocupa andar dando explicaciones sobre algo que no ha ocurrido, pues lo mismo ocurre con los comentarios, no es necesario aclarar aquello de lo que no hemos sido parte, no te lo creas, no le des energía, no le des cabida para que te cause daño, que de seguro es la intención primordial de quién lo ha generado.
Una creencia no es simplemente una idea que la mente posee, es una idea que posee a la mente.
Que hablen quiénes quieran, esto es inevitable, que digan y dejen de decir, basta con no creer y con no ser parte de este correr de las palabras, no es necesario incorporar a nuestra vida y a nuestros pensamientos, cosas tan inútiles como lo son los comentarios destructivos, no sabemos además a ciencia cierta, la capacidad de predisponernos que tiene un comentario.
Pon cada cosa en su lugar, y no gastes ni tiempo ni energía en aclarar lo que no necesita ser aclarado, ni sobre tu persona, ni sobre la persona de alguien más. Cuando te veas involucrado en comentario alguno, apuesta a la confianza de que aquel que le afecte de alguna manera lo que se dice de ti, tendrá la sensatez o de preguntarte directamente o de no hacerse eco de lo dicho.