Y a veces perdemos a quien realmente nos ama, por quien realmente nos gusta
Las relaciones de pareja muchas veces carecen de lógica. Nos vemos atraídos por personas que no necesariamente están dispuestos a retribuirnos de forma equilibrada lo que estamos dispuestos a ofrecer, mientras que en paralelo descartamos a quien está dispuesto a dar por nosotros lo mejor que tiene.
Evidentemente amar y ser correspondidos es una de las cosas más satisfactorias que existe, el saber que así como nosotros estamos para alguien, ese alguien está para nosotros, en mente y corazón, es sencillamente gratificante.
Pero, algunos habremos podido experimentar que ese equilibrio perfecto algunas veces no se da. Podemos fijar nuestra atención en alguien que puede o no tener intenciones de correspondernos, mientras dejamos ir a quien más allá de la química, de los buenos momentos, de una impresión inicial ha decidido amarnos.
Ciertamente no podemos obligarnos a sentir algo por alguien, ni para bien, ni para mal, pero sí que podemos hacer un análisis que nos ayude a ubicarnos en la realidad, entendiendo que aun sin poder pronosticar lo que pasará, ni saber a ciencia cierta en cuál opción deberíamos nosotros depositar nuestras energías, atención y recursos, siempre debe tener un peso importante el hecho de que alguien realmente nos ame, esa persona merece al menos nuestro respeto.
Sí, resulta a veces complicado manejar nuestros impulsos, a veces alguien se apodera de nuestros pensamientos y solo se nos hace posible pensar en intentarlo, en experimentar, en conquistar o bien corresponder a una atracción que comienza a hacerse notar. En ese momento nos cuesta valorar lo que podemos tener en la vida, inclusive podemos ver con hastío aquello que damos por sentado. Estamos tan embriagados de hormonas y nos sentimos tan plenos, que no necesitamos esa estabilidad, ni ese amor conocido.
Como todo en el amor, donde nada está escrito y ninguna historia se replica en dos personas diferentes, esas experiencias que traen consigo el poner en riesgo o perder a alguien que nos ha demostrado que nos ama, por alguien que nos gusta, puede resultar el mayor acierto o convertirse en la peor decisión de nuestras vidas.
Aquí entra en juego el azar del amor, ¿será recíproco el gusto?, ¿llegará a ser amor?, ¿qué tipo de experiencia nos gustaría vivir?, ¿estamos dispuestos a perder a quien nos ama?, ¿será esto motivo de arrepentimiento?… Y allí, motivados por la aventura, quizás cargados de miedo, estamos en medio de dos realidades que nos exigen que fijemos posición, porque el escenario de mantener a quien nos ama y a quien nos gusta en simultáneo, no resulta compatible, y por lo general termina por haciendo daño al parcial o total de los involucrados.
No sabemos todas las respuestas, pero mientras más entendamos lo que quiere el corazón, más allá de emociones, miedos e impulsos, más cerca estaremos de donde debemos estar.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet