RINCÓN del TIBET

Si no sabes a dónde ir, comienza por alejarte de donde no quieres estar

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Si no sabes a dónde ir, comienza por alejarte de donde no quieres estar

Muchas veces definir a dónde ir no es sencillo, solo por el simple hecho de no conocer mucho más de lo que hemos vivido hasta el momento nos puede limitar en cuanto a proyectarnos a futuro en el lugar donde podríamos estar.

Sin embargo, sí podemos deliberar con propiedad en relación a lo que hemos vivido, al lugar donde nos encontramos, a las personas con las cuales nos vinculamos y dentro de las condiciones corrientes evaluar si nos sentimos a gusto o no con lo que vivimos.

La vida nos ofrece entre todas las opciones de a dónde ir la posibilidad de reinventarnos, de dejar atrás lo que nos pesa, de cambiar, de alejarnos de todo aquello que nos hace mal, que no nos gusta o nos lastima.

No debemos conformarnos con una vida miserable, ansiando algo diferente, muchas veces sin saber siquiera que es lo que anhelamos, solo diciéndonos a nosotros mismos, no sé, pero no quiero estar más aquí, no quiero seguir en esta relación, no quiero continuar en este empleo, no me siento a gusto con este empleo… en fin… quizás sin saber a dónde queremos ir, nuestro ser nos pide a gritos un cambio.

En esos momentos, lo más sabio que podemos hacer es escucharnos, porque la voz de nuestro interior se hará sentir, nos llamará la atención, nos sacudirá, pero si decidimos no prestarle atención o descubrir los mecanismos para callarla, poco a poco se irá silenciando… Y quizás pensemos que nos hemos adaptado a lo que no nos gustaba y que dentro de todo no está tan mal, que hay personas que quisieran nuestra vida, etc, etc, etc… Pero la verdad es que nos pusimos una jaula y nos sometimos a un estado de conformidad.

“El camino verdadero pasa por una cuerda, que no está extendida en alto, sino sobre el suelo. Parece preparada más para hacer tropezar, que para que se siga su rumbo

No tenemos que conformarnos, quizás en este justo instante no podemos hacer mucho para cambiar, pero dando al menos un primer paso a dónde queremos ir, dinamizamos nuestra vida, rompemos la inercia. Ese paso puede ser un sencillo pensamiento, una idea o cualquier pequeña acción que al menos nos haga mirar en otra dirección.

Démosle valor al tiempo, no lo desperdiciemos en cosas que no nos hacen felices, cuando estamos donde nos corresponde, sencillamente lo sentimos, cuando vamos en la dirección correcta, no nos vamos preguntando si realmente estamos haciendo lo adecuado, las dudas no tienen cabida, porque en lo más profundo sabemos que ese es el camino.

Aprendamos a escucharnos y especialmente a tomar las acciones necesarias para que nuestro paso por este plano sea de provecho, cumpliendo nuestro principal propósito, que no es otro que ser felices.

Por: Sara Espejo

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