Relaciones

Si no puedes ver las señales, tienes cosas que aprender allí

Si no puedes ver las señales, quizás aún tengas cosas que aprender allí

Cuando estamos en medio de una situación, que puede incluso tornarse conflictiva, nuestra visión puede encontrarse un tanto nublada, como para apreciar con claridad las señales de las rutas que podemos tomar, para mejorar las condiciones en las cuales nos encontramos.

Podemos estar en estado de negación o en una zona de aparente confort que nos facilita colocar cualquier cosa sobre las señales que nos intentan guiar. Solo cuando dejamos un poco de lado la mente y su ego, es cuando podemos utilizar nuestros principales recursos para escuchar la voz de nuestro interior, que sabe perfectamente qué hacer ante determinadas situaciones.

Cuando no es posible entender lo que vemos con claridad, aún nos toca experimentar más, nos toca sumergirnos de cabeza en aquello que nos puede incomodar, pero con la mayor consciencia posible, procurando ver lo que es invisible ante los ojos, abriendo nuestros sentidos más sublimes para tomar la lección, para percatarnos de nuestros deseos ocultos, para abrir caminos, etc.

En el momento en el cual la consciencia superior entra en el juego, todo se percibe con mayor claridad, somos capaces de ver lo que estamos proyectando, lo que estamos atrayendo a nuestras vidas y por qué, por qué estamos vinculados a una u a otra persona y por qué los caminos no se abren en las direcciones que nos gustarían. Comenzamos a ver las señales, a través de nuestra intuición despierta.

Todos en el fondo sabemos qué es lo que nos conviene experimentar, pero las lecciones estarán asociadas a nuestro nivel de consciencia, a nuestra capacidad de controlar no extramente y orientarla a trabajar a nuestro favor, generando soluciones, generando salidas, acortando experiencias desagradables. Lamentablemente no es fácil quitarle el rol de enredadora de vida que le hemos dado, pero tampoco es imposible.

Estar atentos, sin agregar drama a las situaciones, nos permitirá tomar las mejores decisiones, ésas que provienen de nuestro ser, que nos alimentan el alma y no están enfocadas en la transitoriedad y necesidad de supervivencia que por lo general impone nuestra mente.

Aprendamos a no cegarnos, a querer ver más allá de lo que nos brinda la sensación de seguridad y comodidad, lo que realmente nos hará llegar a nuestro puerto es prestarle atención a nuestro corazón.