Si no puedes sumar a mi vida, al menos no restes
Hay quienes llegan a nuestras vida y nos suman cosas maravillosas, nos hacen sentir especiales, crecer, conocernos, mientras otras a quienes le damos cabida, no hacen más que restarnos, robarnos energía, hacernos sentir mal o colocarnos en situaciones incómodas.
Lo ideal es que aprendamos a filtrar a las personas que se hacen parte de nuestra vida o al menos que logremos limitar el alcance que tienen en nuestras vidas. Efectivamente nadie está en la obligación de sumarle a la vida de otra persona, pero sí es una demostración de calidad humana no contribuir con la infelicidad del otro, respetando su vida, sus alegrías, sus espacios, sin pretender ser una carga moral, económica o emocional.
Hay quienes tienden a complicarlo todo, a sumar altas dosis de negatividad a nuestras vidas, personas que no se sienten satisfechos con ellos mismos y buscan a alguien con quien compartir su dilema y en el proceso logran apagar la vida de quienes han decidido interactuar de una u otra manera con ellas.
Debemos conservar a las personas que suman a nuestra vida luz, vitalidad, amor, afecto, atenciones, presencia. Con las que hagan lo contrario, no se trata de que las descartemos o las ignoremos, de igual manera cada uno de nosotros en algún momento de su vida o en muchos de ellos seguramente ha representado el sustraendo de una relación. Se trata de darles el alcance justo de afectación en nuestra vida, de no permitir que nos dañen, de limitar sus intenciones cuando percibamos que no nos favorecen.
Algunas veces resulta que con estas personas también logramos importantes adquisiciones a nuestra vida, logramos aprender quienes merecen cabida en nuestras vidas, aprendemos a valorarnos, a aprender a ignorar, a perdonar o cualquier otra lección que nos haya resultado necesaria aprender.
Siempre habrá cosas positivas que podamos rescatar, así sea de manera exclusiva la lección. Siempre podremos ver el lado más amable y lo más importante: nadie nos robará aquello que nosotros no le permitamos.
Seamos parte de la solución de las cosas en la medida de nuestras posibilidades, a veces aquellos que se caracterizan por restar, lo hacen porque no saben hacerlo de una manera diferente, tratemos de ser lo suficientemente comprensivos y empáticos, así como tratemos de mostrarle un mundo de colores diferentes, donde aportarle a la vida de los demás resulta siempre un privilegio.
Finalmente en los casos extremos, donde ya hemos sacado toda la artillería para defender nuestra integridad y hacerle ver que existen mejores maneras de hacer las cosas, podemos utilizar las herramientas de supervivencia, bloqueando acceso a nuestra vidas en la medida en la que las posibilidades lo permitan.
Mientras más luz demos al mundo, más luz sumaremos. Mientras evaluamos al otro, aprovechemos la oportunidad para hacer una revisión personal y consideremos qué es lo que estamos nosotros ofreciendo o qué papel estamos jugando en la vida de los demás.