Reacciones de un mentiroso al descubierto
La mayoría de nosotros en algún momento de nuestras vidas hemos interpretado el rol de un mentiroso, utilizando diversas excusas como justificación. Las estadísticas que se manejan son las que corresponden a las mentiras descubiertas y si es un mentiroso prudente y talentoso en su arte, será más difícil descubrirle.
Quien es descubierto en su mentira suele reaccionar de dos formas básicas: enfadándose o haciéndose la víctima, ambas reacciones buscan desviar la atención de la mentira descubierta, predominando en ambos casos el cinismo y la poca aceptación de responsabilidad en el engaño.
Cuando un mentiroso reacciona enfadándose, intenta ganar terreno en la interacción, imponiendo su posición y buscando intimidar a quien lo está descubriendo. Puede ganar tiempo para pensar y planificar sus siguientes acciones.
Por otra parte al victimizarse, el mentiroso pretende recurrir a la lástima, por lo general tratando de manipular a quien ha estado del otro lado del engaño o bien, se ha visto afectado por la mentira colocada en el tapete. Por lo general el mentiroso intenta que se le mire con benevolencia y sea justificada su mentira, procurando justificarse en causas justas y nobles, que evitan males mayores, que reflejan sacrificios, que aligeran penas o generan algún tipo de beneficio dentro de todas las consecuencias negativas de la mentira.
Otro rasgo en la victimización es el reconocer la culpa y suplicar el perdón, alegando cualquier cantidad de argumentos que lo hagan merecedores del mismo. Se recurre a un histórico de buena conducta y lealtad en caso de que exista, en caso contrario, se trae a la luz algún periodo de buen comportamiento o bien saltan todas las promesas de cambio que sean necesarias.
Un mentiroso es un manipulador desde un principio, al verse descubierto, continúa con su rol, donde el fin principal generalmente es su beneficio personal. Pocos se hacen responsables de las consecuencias de sus mentiras y pocos tienen la capacidad de resarcir el mal causado.
Quienes se acostumbran a mentir, recurren a los engaños como parte de su estilo de vida. No importa si resulta o no necesaria la mentira, sencillamente es un condimento que no puede faltar para aderezar su vida.
La persona que miente y es descubierta, difícilmente puede ser vista nuevamente con los mismos ojos, su palabra pierde valor, su credibilidad es débil, frágil y cualquier cosa la desmorona. Muchas veces resulta más sencillo que un mentiroso cambie su entorno completo y se forme una nueva imagen a que recupere la imagen perdida, ante quienes lo conocen por sus engaños.
La mentira algunas veces puede estar justificada, pero debemos estar claros que una mentira descubierta tiene un costo, que debemos ser capaces de asumir con total responsabilidad, sin pretender generar más daños directos o colaterales a cualquiera de los involucrados.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet