RINCÓN del TIBET

Problemas derivados de querer controlar a la pareja

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Problemas derivados de querer controlar las relaciones de pareja

Partiendo del hecho de que todos somos seres con muchísimas diferencias, pero también gran cantidad de similitudes, es común observar en las relaciones de pareja una necesidad derivada de control por una o ambas partes, en menor o mayor medida.

Inclusive las personas altamente independientes, que defienden su libertad y ondean la bandera de la independencia y el respeto por los espacios, se pueden con facilidad ver envueltos en esa guerra de poderes que suelen establecerse en las relaciones.

Cuando una de las partes es receptiva ante el control y su personalidad se alinea con los rasgos de una persona sumisa, los efectos negativos no son tan evidentes, quien desea tomar control lo hace como si se apropiara de una tierra de nadie, considerando solo su criterio y su comodidad para indicar las maneras que regirán una interacción y todas las actividades que de ella deriven.

La persona sumisa se dejará llevar sin mayor resistencia, sin embargo, en su interior se hará más fuerte la inseguridad derivado por la sensación de frustración de no ser capaz de establecer parámetros que vayan acorde a sus necesidades.

 Ahora bien, sin caer en los extremos de la sumisión o bien de los rebeldes sin causa, el querer controlar nuestras relaciones, a pesar de ser algo medianamente normal, porque a fin de cuenta, todos procuraremos en nuestras vidas, aquello que queremos, que nos resulta familiar y que consideramos es lo mejor, resulta desgastante, aburre y muchas veces distancia.

Debemos entender que la personalidad de tu pareja deriva de su forma, su crianza, sus creencias, sus gustos y si queremos una relación madura, tendremos que aceptar que muchas veces las cosas no sean como nos gustaría. Nuestro alcance tiene un límite, no podemos obligar a alguien a que reaccione como nosotros lo haríamos, a que nos responda como está en nuestro libro mental o que considere prioridad lo que para nosotros sí lo es.

Más allá de lo que no podemos hacer, está lo que sí podemos hacer: por más libre que sea nuestra relación, podemos establecer acuerdos, que nos den la tranquilidad al menos de haber planteado nuestros argumentos en relación a un hecho específico y que le permitan a la persona que se relaciona con nosotros conocer nuestros límites y lo que estamos dispuestos a tolerar. Algunas veces pensamos que por sentido común no será necesario expresar algunas cosas, pero la experiencia nos dice, que mientras más claras sean las condiciones, será más factible evitar malentendidos.

Ciertamente el amor debe manifestarse siempre desde la libertad, cada uno de nosotros merece ser amado tal y como es, sin embargo, la práctica nos habla de que los compromisos sugieren ajustes en la manera de llevar la vida, de relacionarnos con otras personas, de expresar nuestro afecto, nuestra sexualidad e inclusive nuestro tiempo.

Evidentemente nadie nos obliga a vincularnos a otra persona, pero si lo hacemos debemos entender que el respeto debe formar parte de la relación, si se espera que ésta sea sana y con ello, inclusive sin siquiera sugerido, debemos dejar algunas cosas atrás o buscar al tipo de persona y relación que se sienta a gusto con lo que estamos dispuestos a dar.

Si debes intentar ejercer control sobre alguien para que los resultados sean como los esperas, si sientes que esa persona no puede actuar de forma respetuosa, sin que se lo expliques, le supliques empatía y le des instrucciones, quizás es momento de establecer prioridades y alejarte de lo que consideras que no te hace bien.

Algunas personas no cambian, no se adaptan, no respetan, no ceden espacios, no dejan de sentir terror hacia el compromiso y ello las hace peligrosas, porque cualquier escenario que deriva de un esfuerzo de su parte lo vera como una batalla por un espacio, lo ven como una amenaza y terminan atentando contra sus relaciones antes de sentirse controlados. Por sus miedos y complejos generan tantos o más problemas que quien le intenta controlar.

Si bien no podemos controlar a nadie, si podemos controlar lo que aceptamos en nuestras vidas. No permitamos que nos digan cómo debemos amar, cómo debemos actuar, cómo debemos dar de nosotros. Pero entendamos que los procesos y las relaciones son para crecer, para sumar y para aprender, especialmente para aprender a amar, que aun creyendo que ya sabemos todo, la vida se encarga de demostrarnos lo mucho que nos falta. 

Evita los problemas derivados por el control, deja a tu pareja ser libre…

 

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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