RINCÓN del TIBET

El Karma en las relaciones de pareja

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¿Por qué las relaciones se repiten? ¿Existe el karma? ¿Buscamos castigarnos con ciertas relaciones afectivas? ¿Cómo puedo cambiar el destino de mis vínculos?

El karma es la ley de causa y efecto. Esta ley incluye los movimientos energéticos que provocan los pensamientos, las acciones, los sentimientos y los deseos de las personas, y la relación con el medio ambiente que los rodea.

Se puede ejemplificar la ley del karma con las ondas que provoca una piedra lanzada en un lago: esas ondas se extienden hasta llegar a la orilla o perderse en la distancia.

No debe confundirse la acción de la ley del karma con la “recompensa” o “castigo” por una conducta llevada a cabo. No es la acción de la justicia humana o divina. Es el resultado de una ley natural. La idea de justicia moral, o de recompensa y castigo, proviene de la concepción de un ser supremo o de un Dios que juzga, dicta sentencia y decide qué es lo bueno y qué es lo malo. Esta idea tiene su origen en el pensamiento judeocristiano, pero no es el concepto oriental de la esencia del karma. Según los orientales, cada ser humano es responsable de lo crea o destruye.

La ley del karma se basa en el pensamiento

El primer principio de la ley del karma se basa en el pensamiento. ¡Qué sencillo sería cambiar nuestra vida cambiando meramente nuestros pensamientos! Pero lo cierto es que ningún pensamiento es una isla en sí misma. Un pensamiento siempre lleva a otro, y a otro, y a otro que acaba por conducir al individuo en la dirección de sus pensamientos, como las ondas en el agua del ejemplo dado. Así, a medida que pasan los años, resulta inevitable que uno acabe convirtiéndose en “todo lo que ha pensado”.

¿Rechazado o atraído?

Todas las relaciones que establecemos en la vida tienen el objetivo de aportarnos crecimiento. No todas funcionan, pero todas existen y pasan por nuestras vidas por algún motivo especial. Cada vez que necesitamos aprender algo, atraemos a las personas que nos van a dar esas respuestas.

El karma nos muestra el espejo perfecto de cómo funcionamos en las relaciones, por eso debemos tener en cuenta lo siguiente: “Lo que yo amo del otro, soy yo mismo. Lo que yo rechazo del otro, soy yo mismo”. Las preguntas para comprender nuestras necesidades pueden ser:

  • ¿Qué es lo que rechazo de los demás?
  • ¿Por qué rechazo esta cualidad en los demás?
  • ¿He sido yo mismo rechazado alguna vez?
  • ¿A quién me recuerda el otro?
  • ¿Tengo las mismas cualidades que el otro, o me gustaría tenerlas?
  • ¿Actuaría de forma exactamente igual que el otro?
  • ¿Cómo podría cambiar algo en el otro o en mí mismo?
  • ¿Si cambio yo, cambiaría mi entorno?
  • ¿Por qué circunstancias externas encuentro a esas personas y no puedo eludirlas?
  • ¿Qué rechaza mi pareja de mi personalidad?

Cualquier cualidad que conozcamos de nosotros mismos podemos aceptarla o modificarla. Con ello profundizamos el amor y la confianza en nosotros mismos. Toda cualidad que hayamos rechazado o aceptado, dejaremos de criticarla en los demás. En la medida en que hacemos preguntas, la mente encuentra las soluciones en la acción: por eso tenemos que estar alerta a todo lo que sucede alrededor y valorarlo.

Lo que nos une a otra persona se basa en pensamientos y emociones. Si vivimos una experiencia negativa con esa persona y no la perdonamos, tampoco lo hacemos con nosotros mismos. Nos relacionamos negativamente con ella y quedamos ligados negativamente a nuestras emociones y pensamientos. Luego repetimos de algún modo con otra persona la misma experiencia, aunque quizás resulte más intensamente negativa.

Aplicando la ley de la resonancia del karma, atraemos a nuestras vidas siempre el tipo exacto de persona que se corresponde con nuestro pensamiento y nuestro sentimiento. Perfecto, ¿no te parece? Por lo tanto, cuando tengamos claro lo que queremos para nosotros, podemos relacionarnos en forma única, estable, armoniosa y maravillosa con los otros. Pero todo depende de nuestra realidad interior.

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