Para muchos resulta complicado entender que el mundo no gira en torno a ellos
Existen muchas personas que suelen confundir el amor propio con creer que el mundo gira a su alrededor, con el egoísmo, con el egocentrismo, con la necesidad de llamar la atención y la poca capacidad para dar.
Por lo general este tipo de personas piensan que todo lo que se encuentra a su alrededor está allí para ayudarle a satisfacer sus necesidades, se olvidan con facilidad de que cada quien tiene su vida propia, sus necesidades. Son especialistas en demandar, en exigir, en esperar, en juzgar, pero altamente mezquinos al momento de dar.
No les queda claro que todo lo que damos en esta vida es lo que obtenemos de vuelta, por lo que se sienten altamente frustrados, ya que el dar no forma parte de su manera de actuar.
El egoísta tiene su corazón en la cabeza. ― Ovidio
Sus personalidades por lo general narcisistas suelen cautivar, se proyectan como personas seguras de sí mismas, con muchas ambiciones, aunque por lo general encierran muchos complejos e inseguridades. A medida que se van dando a conocer, generan un efecto contrario al cautivador, hacen que quienes le rodean intenten preservar su integridad alejándose de ellas.
Suelen ser personas que se irritan o se emocionan con facilidad, no les importa la opinión de los demás, aunque internamente siempre esperan un reconocimiento. Hacen cualquier cosa por llamar la atención.
Por lo general no se identifican con las otras personas, sueles ser afilados jueces, capaces de hacerle ver sus errores o criticarlos al punto de la crueldad. Las veces que manifiestan empatía, esta no es espontánea, siempre lleva consigo el hecho de tener un favor que les deba ser retornado o bien poder utilizarlo como bandera para hacerle ver al mundo lo que es capaz de dar.
Son personas comúnmente malagradecidas, juran que se merecen todo lo bueno por el sencillo hecho de existir, todas las buenas acciones que recibe de los demás están prácticamente dadas por sentado. No logran apreciar los esfuerzos, ni el tiempo de los demás.
Tienden a ser personas autoritarias y controladoras, procurando siempre que las cosas se realicen a su manera, de acuerdo al criterio de vida protagónico en sus vidas, que es que todo les favorezca, sin importar el bienestar o sacrificio de los demás.
Son especialistas en aplicar “la ley del embudo”, donde todas las comodidades están de su parte, donde dan poco o nada, donde tienen las mayores libertades, mientras que quienes actúan del otro lado se llevan siempre el pedazo más pequeño de la torta o las sobras de la persona que piensa que el mundo gira en torno a ella.
Personalidades altamente conflictivas, que si se lo permites te roma hasta el último aliento y jamás lo reconoce. Lo mejor es intentar hacer ver lo nocivo de su conducta desde un lugar donde no resultemos tan afectados y en caso de no poder tomar decisiones más drásticas que nos alejen de las situaciones en las que nos vemos expuestos a la extracción de nuestra energía vital, pues intentar mantener lo más al margen posible su influencia y sus demandas en nosotros.