Nunca malcriaremos a nuestros hijos por exceso de amor
Cuántas veces no escuchamos a personas decir: no cargues tanto al niño porque se va a acostumbrar a los brazos, pásalo a su cuarto desde el primer mes y si llora déjalo porque él se va acostumbrando, haz las cosas cuando tú las tengas planeadas, no cuando el niño diga, porque se malacostumbrará, mientras más le demuestres amor, más manipulable serás para él… Como éstas miles de afirmaciones que de una u otra forma no entienden cuáles son las necesidades de un niño y mucho menos de qué se trata el rol de padre o madre para un niño.
El niño desde que nace, tiene necesidades muy puntuales de amor, de atención, de alimento y cuidado, y desde ese justo momento de su nacimiento, el satisfacer esas necesidades o por el contrario sentirse o creerse desatendido irá marcando y formando lo que resultará como individuo.
Los padres debemos entender el proceso de desarrollo de los niños, si un niño llora porque lo dejamos solo en su cuarto en sus primeros días, es normal, porque él no está acostumbrado a estar sin su madre, sin sentir sus latidos, sin mecerse dentro de ella hasta dormirse, va aprendiendo poco a poco que él y su madre son dos personas diferentes, que él tiene su propia identidad, pero es un proceso… Si lo dejamos solo en su cuarto, quizás en una hora de no ir, o entrar eventualmente para que sepa que estamos cerca, pero que no nos quedaremos con él, el niño deje de llorar… pero deja de llorar por cansancio, no porque no necesite de su madre a su lado y probablemente en poco tiempo no llore, pero lo que quedará grabado en su memoria es que estuvo desatendido y ni su llanto, su único medio para expresarse, pudo traer con él a su madre.
Y como éste podemos dar muchos ejemplos, en donde por creer que podemos malcriar a un niño, lo estamos sometiendo a lo más parecido a una tortura psicológica que hará mella en su mentecita en formación.
Las heridas emocionales que se mantienen a lo largo de nuestras vidas son las que se generan en los primeros 4 o 5 años de vida, y el agravante es que muchas veces se producen por la percepción del niño de su realidad, de una sensación de abandono, de traición, de injusticia, etc… Así que no es una buena inversión realizar acciones que puedan ser malinterpretadas por esa personita que se está adaptando al mundo.
Un niño no se malcría por exceso de amor, el amor sano nutre, forma, amamanta, cuida, sana, atiende y fomenta niños seguros de sí mismo, con alta autoestima, responsables, amorosos, nobles y agradecidos con la vida.
Por el contrario la falta de atención sí conduce a que un niño actúe con malcriadez, como una carnada para llamar la atención de sus padres, para sentirse observado, atendido e incluso la reprensión resulta para ellos una muestra de la atención que demandan.
Obviamente debemos tener sentido común al momento de tratar a nuestros niños y sobre todo mucha inteligencia emocional, es parte del amor establecer normas, reglas y con ellas darles la explicación acorde a la edad que corresponda, con el fin de que el niño entienda el porqué de las cosas y nos sienta que las mismas son una imposición o resultado de un capricho. También debemos cuidarnos de lo que le ofrecemos a nuestros niños, fomentando en ellos en todo momento la apreciación, el valor de las cosas, las prioridades, el compartir y el agradecimiento.
Así que no te preocupes por demostrarle amor a tus hijos, eso es lo que ellos esperan, eso es lo que te dirá tu corazón si lo escuchas, atiéndelos, mírales sus ojitos cuando te hablen, ve a ayudarlos cuando lo necesiten, quédate con ellos hasta que concilien el sueño… No los vas a malcriar… Ellos necesitan ese amor y sus demostraciones para alimentarse.
Te invitamos a visitar:
Cuando la educación hace daño: madres tóxicas
Tres marcas de la infancia que duran para siempre
5 heridas emocionales de la infancia que persisten cuando somos adultos