RINCÓN del TIBET

Nuestros hijos tienen el derecho de ser lo que ellos quieran

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Nuestros hijos tienen el derecho de ser lo que ellos quieran, por encima de nuestras pretensiones

Aceptar la responsabilidad de ser guías y orientadores de un niño, bien sea por ser sus padres o por ser responsables de su formación, es una tarea ardua y difícil, pero no únicamente por el tiempo invertido que conlleva, que ya es decir bastante, ni por las angustias que implica, sino además porque el deber principal que tenemos con ellos, es ayudarlos a desarrollar sus capacidades, a aprovechar sus talentos, a ser creativos, íntegros, seres pensantes y libres.

Respétate a ti mismo y otros te respetarán. Confucio

 

Lamentablemente, si analizamos a consciencia, nos daremos cuenta que preparamos a seres para el futuro, basándonos en un intangible pasado. Han pasado muchas décadas y curiosamente, las maneras de educar, formar y orientar a un niño, siguen teniendo las mismas bases, se le sigue exigiendo promover la competencia para obtener determinada calificación, se le impulsa a repetir el contenido de uno o muchos libros y por si fuera poco, las pruebas diseñadas para “comprobar sus conocimientos”, son las mismas para todos.

Resulta interesante, reflexionar sobre el hecho, de que constantemente querremos enaltecer el potencial de las personas, confiamos en que tienen ciertas capacidades, diferentes unos de otros, todos tienen un talento especial, sin embargo, nuestros niños deben ajustarse a los métodos y costumbres tradicionales que señala la educación, sin dejarles un espacio suyo, sin otorgarles el derecho de demostrar quienes son realmente, no quienes queremos que sean.

El respeto por nosotros mismos guía nuestra moral; el respeto por otros guía nuestras maneras. Laurence Sterne

 

Hoy día observamos mucha confusión, especialmente en la juventud, si vemos la niñez, nos daremos cuenta de que existe una energía inagotable, los niños parecen estar completamente inconformes con los hábitos que les queremos imponer, nada les satisface o les interesa realmente, quieren experimentar, hacer preguntas imprudentes, romper patrones y paradigmas, más sin embargo, nosotros necesitamos que se ciñan a un patrón…porque es el deber ser… pero no pensamos en su derecho a expresarse.

Derivamos entonces, en una juventud completamente confusa, rebelde, contraria a lo que se espera, pero a su vez maravillosa, impetuosa, fascinante y que de alguna manera nos arropa y nos deja atrás. No se trata de una parte oscura de la juventud, los vicios, los actos rebeldes, los procesos infructuoso de adaptación, nos referimos más bien a ese grito por sus derechos, donde simplemente se niegan a ser lo que les exigimos sean.

Una de las formas más sinceras de respeto es escuchar lo que otros tienen que decir. Bryant H. McGill

 

No podemos reprimir los pensamientos, sentimientos y derechos de nuestros niños, hombres del mañana, no podemos pretender fijar un patrón de pensamientos cuando la verdad de los hechos nos demuestra, que nos quedamos atónitos ante sus preguntas, que nos avergonzamos ante la naturalidad de sus palabras y de sus explicaciones, que no sabemos en muchos casos qué decir y qué callar.

No tenemos derecho a repetir personas, a desconocer las capacidades, la creatividad, la voluntad crítica de esos seres que vienen tras nosotros y que de ninguna manera podemos pensar, que son menos inteligentes que nosotros, sus guías, por el contrario, suelen ser más inocentes… y hasta eso está quedando atrás.

 

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