No te empeñes en retener a quien se quiere ir
Una de las formas de salir más devastados de una relación es justamente intentando retener a quien evidentemente se quiere marchar de nuestro lado, no solo “perdemos” a esa persona, sino que perdemos nuestra dignidad, nuestro amor propio, nuestra seguridad en que podemos tener a nuestro lado a la persona indicada, en fin, nos perdemos a nosotros mismos.
Cuando alguien se quiere ir de un lugar, bien sea físico o emocional, no hay mucho que se pueda hacer para que cambie de opinión, por la sencilla razón de que sus sentimientos ya son otros, sus emociones son otras… Y puede ser que de forma racional pueda replantearse la posibilidad de permanecer en un sitio, sin embargo, resultará cuestión de tiempo el darse cuenta de que solo con la razón es difícil mantener una decisión.
Cuando nos empeñamos en retener a alguien a nuestro lado, pensamos que estamos haciendo algo que nos beneficiará, porque a fin de cuentas no estamos evaluando sino el resultado a corto plazo, que es que por ahora no se va. Pero ocurre que la persona que intentamos retener, por disimulados o francos que seamos, evidentemente notará nuestra intención, lo que le dará un alto grado de seguridad, de que lo queremos con nosotros, de que podría volver inclusive después de haberse ido y hasta de que estamos dispuestos a cargar con las responsabilidades de ambos con tal que la persona no se vaya.
Cedemos todo tipo de control y mientras nuestras intenciones de retener sean más fuertes, las de irse de la otra persona, también lo serán. Nos sentiremos frustrados, porque nuestros esfuerzos no darán los resultados que esperamos, nos sentiremos desvalorados, poco merecedores de afecto, nos sentiremos culpables y mientras más no resistamos, más doloroso será el proceso.
Ninguno de nosotros puede mandar en los sentimientos de alguien más, afortunadamente, puesto que lo que muchas veces quisiéramos hacer con los sentimientos de alguien más, otra persona lo haría con los nuestros… En fin, lo importante acá es entender que las relaciones deben caracterizarse por ser libres, con todo el respeto que esto pueda encerrar, porque cada una de las partes se sienta cómodo al lado de la otra persona, sin imposiciones, sin presiones, sin chantajes, sino que se amen de forma voluntaria y asuman un compromiso favorable para ambos, mientras esté presente el amor.
Aprende a soltar, no sabes los beneficios que pueden llegar a ti, si actúas de una forma más desprendida en relación a tus apegos… Cuando dejamos ir liberamos espacios y los podemos colocar a disposición de alguien que cómodamente quiera ocuparlos, desde la voluntad y el amor. Pero si nos aferramos por miedo a alguien que se quiere ir, no podremos abrirnos a nuevo tipo de energías, no podremos ni siquiera disfrutar de nuestra soledad, que es muy placentera cuando la aprendemos a ver y sobre todo cuando aprendemos a amarnos, que es lo principal a reforzar en un escenario como éste.
Deja ir… No tiene sentido mendigar el amor de nadie, solo lograrás que pierdan por ti hasta el respeto, no podemos retener a alguien a nuestro lado en contra de su voluntad. Debemos encontrarnos a nosotros mismos en el proceso, reforzar nuestro amor propio y nuestro amor por la vida, sin juzgarla, sino disfrutando de las lecciones aunque algunas requieran unas cuantas puntadas en nuestros corazones, pero son ellas las que a fin de cuentas nos harán crecer y aprender.
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