RINCÓN del TIBET

Cuando se termina una relación, no es necesario hacer daño

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No es necesario hacer daño cuando se termina una relación

Por lo general cuando se termina una relación resulta doloroso, inclusive si solo una de las partes ha tomado la decisión de que se terminara. Cuando se termina una relación, es preferible reconocerlo, cortar los sueños juntos, descartar los proyectos, afrontar el hecho de estar solo, sentir el miedo de no estar haciendo lo correcto, sentir que la persona con la que hemos compartido buenos y malos momentos, no estará de la forma en que nos imaginamos antes en nuestras vidas, puede ser muy doloroso.

Los motivos por los cuales se termina una relación de pareja son múltiples, con un solo resultado, la disolución de un plan común, para cada uno tomar sus riendas y seguir un camino, bien sea en solitario o junto a otra persona que prematuramente se haya cruzado en el camino.

Independientemente de los escenarios al momento de que se termina una relación, se debe intentar guardar las formas, no procurar hacer sentir mal a la otra persona, no herir, porque ya la separación lleva consigo una cuota importante de dolor, de pérdida, de vacío, de desorientación.

No necesariamente la persona que decide terminar lo hace porque ya no ama a su pareja, sino que esto es el resultado de un análisis en donde la conclusión es que las cosas no van a mejorar y no se encuentra viable que la relación ofrezca parámetros mínimos de estabilidad, de armonía, de compañerismo, de compañía, de solidaridad, de respeto, de convivencia, o cualquier otro que resulte importante para seguir con una relación.

La persona que toma la decisión, no necesariamente sufre menos, ella ha asumido la responsabilidad de dar fin a algo que normalmente es importante para sí, mientras que la otra persona puede sentirse impotente, puede pensar que no es justo, puede inclusive no aceptarlo, bien sea por no esperarlo o por no ser consciente de que los motivos para terminar sean suficientes, lo cual puede generar mucha frustración, rabia, resentimiento, puede inclusive generar acciones que no favorezcan a una posible reconciliación.

Las relaciones son responsabilidad de dos, puede ser que antes de la ruptura se hayan buscado alternativas de solución, con pocos resultados, sin embargo, las relaciones se deterioran entre dos. Lo que nos queda posterior a una ruptura es aceptar que las condiciones cambiaron, que debemos hacer un trabajo de revisión interna para evaluar nuestra responsabilidad en el quiebre de la relación y en caso de que queden ganas, revisar las posibilidades que se tienen de reconquistar ese amor.

En caso de optar por un plan de reconquista, se debe dar un tiempo prudencial para que la marea baje, para que cada quien vea cómo se siente, reconocer las acciones y aceptar las fallas, así como plantearse a sí mismos planes de cambio y mejoras que puedan sostenerse en el tiempo. Los cambios deben venir siempre de nuestro interior, no ser impuestos, porque si no, dejan de ser espontáneos y se convierten en una fachada, que tarde o temprano caerá.

Sea cual sea el motivo, exista o no amor, debemos tratar de considerar el espacio que ocupó esa pareja en nuestras vidas y recordar lo bueno y el porqué nos vinculamos a ella, tratando en lo posible de no hacer nada de lo cual nos arrepentiremos luego y nos deje un sabor amargo en nuestra boca, bien sea porque nos hizo imposible una segunda oportunidad o porque el lugar espacial que esa persona ocupó en nuestras vidas, fue reemplazado por el de un enemigo.

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