RINCÓN del TIBET

Mientras tú crees que me mientes, yo finjo que te creo

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Mientras tú crees que me mientes, yo finjo que te creo

Si bien es cierto que hay mentirosos que se destacan por su cuidadosa obra al momento de engañar o mentir, tanto así que no los podemos contabilizar en nuestras listas de mentiras descubiertas, ni mucho menos nos permiten afirmar con mayor propiedad aquello de que: “entre cielo y tierra no hay nada oculto”, también es cierto que en muchísimas oportunidades, nuestra intuición nos ayuda a identificar cuándo alguien nos está mintiendo.

Muchas veces, más allá de la misma intuición, que bastante nos colabora, puede existir todo un expediente cargado de información ya recabada que mientras con cinismo, el mentiroso nos ve a la cara, narrando sus mentiras, se nos proyecta en la mente todo lo que ya sabemos y aquel se sigue hundiendo ante nuestros ojos, que le hacen una cruz cada vez más grande.

Normalmente no resulta sencillo rescatar a tiempo una mentira, mientras tienen un efecto de bola de nieve o de árbol ramificándose, porque de una mentira se pasa a otra y a otra y a otra más y sin ánimos de descubrirse el mentiroso explora los caminos de la ingenuidad, de la benevolencia y hasta de la actuación de quien puede o no ya saber más que suficiente.

Muchas veces por fines estratégicos, mientras se finge no conocer la verdad y mirar entre el asombro y la frialdad qué tan lejos puede llegar alguien con sus mentiras, buscando el momento adecuado para descubrirlo o permitiendo que él solo se vaya más al fondo de la fosa que él mismo ha creado.

No importa en qué punto de la historia descubrimos una mentira, es decepcionante, es la manera más rápida que tenemos de quebrar la imagen  de alguien, la credibilidad de sus palabras. Una sola mentira pone a tambalear toda una vida, quizás algo que ni siquiera era trascendental rompe con una relación por lo que la mentira implica, más allá de los motivos de fondo que llevaron a decirla.

La mentira no debe ser un recurso que utilicemos con quienes amamos, no debemos subestimar su capacidad de conocernos, de leernos, aun cuando nuestras palabras puedan sonsa convincentes. La verdad algunas veces duele, pero mientras este cargada de honestidad, puede aligerar los efectos de una mala decisión, a diferencia de la mentira que por lo general termina por comprometer la confianza y empeorar cualquier situación.

Cuando hayáis cometido un error, no mintáis para negarlo o atenuarlo. La mentira es una torpe debilidad. Acepta que te has equivocado; en ello hay magnanimidad – Silvio Pellico

La mentira nunca será la mejor alternativa, por lo general solo alarga los efectos de las malas prácticas y reduce las opciones de quien miente.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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