RINCÓN del TIBET

Los niños ante la muerte: una realidad dolorosa

Los niños ante la muerte: una realidad dolorosa

Cuando perdemos a un ser querido, ¿alguien se centra en los más pequeños? Ellos también sufren y necesitan apoyo en estos momentos tan duros. Lamentablemente, creemos que no se dan cuenta de las cosas y que su falta de comprensión les hace más llevadera la pérdida. Nada más lejos de la realidad…

Explícale a tus hijos qué es lo que ha pasado, por qué esa persona no despierta, por qué ya no está. Es algo doloroso, pero necesario. Es mostrarles y hablarles de la verdadera realidad

La importancia de hablar

Las personas tenemos un serio problema al tratar temas “peliagudos”. Solemos callárnoslos por nuestro propio miedo, por vergüenza o porque los consideramos temas tabú. A pesar de esto, debemos tratar todos los temas posibles, sobre todo con nuestros hijos.

Hablar de la muerte debe ser algo natural. Al fin y al cabo, todos vamos a morir, el problema es que no aceptamos este hecho y nos aferramos a la vida como si pudiésemos. No nos damos cuenta de que esta se nos puede escapar de las manos en el momento que menos esperamos.

Por todo esto, es importante hablar de la muerte con los niños, de forma natural, como algo que sucede y que, naturalmente, duele. Pero, todo se supera y tras superar ese tiempo de duelo seguimos adelante con nuestras vidas. Eso es algo que le debemos transmitir a nuestros hijos, por eso debemos hablar.

Si nos callamos, los niños no podrán expresar sus dudas al respecto, no podrán saber con certeza por qué esa persona ya no está con ellos y tampoco sabrán expresar su dolor. Esto último, sobre todo, es algo bastante serio. La represión de emociones puede causar serios problemas en el futuro.

La edades del niño en el duelo

Para poder entender mejor cómo vive el niño el proceso del duelo y cómo podemos ayudarle, debemos saber qué ocurre en cada una de las etapas fundamentales de su vida. Esto nos permitirá saber por dónde debemos entrar para apoyarle y ayudarle en este proceso tan doloroso para todos.

Menores de 3 años

Los niños menores de 3 años no entienden qué es la muerte, al igual que no entienden cómo un objeto puede desaparecer tras una cortina. Ellos no saben que sigue ahí, su capacidad cognitiva es limitada y está en proceso de desarrollo.

Para ellos la muerte será algo similar al abandono y esto lo reflejará en una clara inseguridad. Si no hablamos con ellos e intentamos ser sinceros, este dolor y este sentimiento puede durar años y causar graves problemas emocionales.

Entre los 4 y los 6 años

En esta edad los niños conciben a las personas muertas como personas dormidas que pueden despertar en cualquier momento. El gran problema es que no lo hacen. Esto puede provocar manifestaciones como pérdida de apetito o hacerse pis en la cama, ya que no entienden por qué esa persona no se despierta.

Es muy importante que hablemos con ellos y les hagamos entender que no todas las personas despiertan, que muchas se quedan dormidas para siempre. Algo que es normal y que debemos aprender a aceptar. Puede ser doloroso hablar de esto, pero muy necesario.

Entre los 6 y los 9 años

En estas edades los niños ya comprenden el concepto de muerte y empiezan a desarrollar ciertos mecanismos de defensa ante el dolor que les pueda afectar. Esto se manifiesta, normalmente, con agresividad o cualquier otra emoción exagerada.

Esta edad es muy positiva para hablar de la muerte, ya que muestran una curiosidad por comprender eso que ven tan ajeno a ellos. Debemos aprovechar todas sus preguntas para contestarlas y solventar cualquier duda al respecto. Lejos de lo que pensamos, les ayudará.

A partir de los 9 años

A partir de esta edad, los niños ya comprenden que la muerte es algo que ellos no pueden controlar, algo que es irreversible y que duele. Los procesos de duelo suelen ser muy dolorosos y pueden manifestarse trastornos de la ansiedad o del sueño.

Es importante que, dado a que entienden la muerte como los adultos, hablemos con ellos de una forma sincera y adulta, respondiendo a todas las preguntas, apoyándolos y alentándolos. El gran problema para ellos es que la familia no haga todo esto. Aquí es donde empieza la represión de emociones.

Educamos a nuestros hijos para que repriman sus emociones, cuando deberíamos hacer todo lo contrario

¿Tienes hijos? ¿Han pasado ellos por un proceso de duelo? ¿Cómo lo has tratado? Ignorar lo que puedan sentir tus hijos es algo muy poco positivo. Tu atención debe estar centrada en ellos, aunque tú también sufras. Piensa que hablar de ello puede ayudar, aunque siempre pensemos lo contrario.

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