RINCÓN del TIBET

Las palabras que olvidé decir

Las  palabras que olvidé decir

Cuando un ser querido parte de este plano, muchas veces nos atormenta pensar en todas aquellas cosas que debimos decir y no dijimos.

La tristeza y el vacío que nos embriaga cuando enfrentamos cara a cara aquello que llamamos la muerte, se tornan más devastadoras aún, si pensamos que cosas importantes para nosotros y para quien se ha ido no fueron dichas, reconocimientos de acciones, agradecimientos, felicitaciones, disculpas o simplemente un “estoy contigo a pesar de no estar a tu lado”.

Son incontables las veces que quien pierde a alguien que aprecia, desea tener a esa persona cerca al menos cinco minutos más para decirle lo que piensa y principalmente lo que siente. Esos cinco minutos que tuvimos multiplicados durante años y todo lo dicho durante esos años se torna insuficiente, desde el lente del dolor por la pérdida.

 

Muchas palabras se quedan ahogadas en nuestros corazones sin saber a ciencia cierta a dónde dirigirlas, nos consolamos pensando que esto, a lo que llamamos vida, no es más que un paréntesis en la eternidad y que de cierta forma nuestros seres queridos se mantienen conectados a nosotros por la fuerza del amor, otros piensan que se reencontrarán al paso del umbral del muerte para no separarse jamás. Algunas otras piensan que esto es todo, que no hay más allá.

Teorías que a fin de cuentas no nos garantizan que los mensajes que demos a nuestros seres amados sean recibidos.  Por eso la importancia de asegurarnos de decir las cosas que nos harán sentirnos tranquilos y en paz si dejamos de ver a quienes apreciamos.

Quizás tenga un poco de egoísmo, pero nada como sentirse bien con uno mismo y tener la consciencia tranquila, porque a fin de cuentas quien parte, muy probablemente, estará en otro nivel de consciencia donde no necesitará escuchar palabras, solo le bastará con sentir nuestro amor.

 

No sabemos hasta cuando estaremos compartiendo este espacio en este tiempo, tratemos de vivir no con miedo de perder a seres queridos, ni como si fuese éste el último día, lo cual quizás genere mucho estrés, sino con la seguridad de que estamos haciendo las cosas lo mejor que podemos, que estamos dando de nosotros lo mejor, que estamos honrando nuestro propósito de vida siendo felices y haciendo felices a los que nos rodean, sin olvidar decir las palabras que quizás no tenderemos otra oportunidad de pronunciar.

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