Las huellas del abandono del padre
Lastimosamente cada vez vemos con mayor frecuencia el abandono del padre, no solo del hogar, sino de sus hijos, sumado a aquellos padres con efecto donante que solo estuvieron presentes en la concepción o bien tienen una participación en la vida de los hijos bastante ligera.
En cualquiera de los casos el niño crece y se forma sin la presencia de uno de sus pilares fundamentales, siendo la madre o alguna figura masculina cercana (abuelo, tío, etc.), quien termina ejerciendo un intento de papel de padre.
Si bien es cierto que la ausencia absoluta desde el momento del nacimiento del padre es dolorosa, sus efectos normalmente se notan cuando el niño tiene más consciencia. Sin embargo cuando el niño ha estado acostumbrado a la figura paterna y por algún motivo, ella se desvanece o cambia radicalmente en presencia y dinámica, el niño está expuesto a sufrir la herida del abandono.
Un niño que se siente abandonado por uno de sus padres, puede crecer con sentimientos de culpa asociados a esa ausencia. Los niños pueden hacerse historias completas en las cuales ellos, sin muchos argumentos, terminen resultando los factores de conflicto. Pueden asociar las imágenes que estén en su mente para construir una historia que los haga sentir culpables por la ausencia de su padre en este caso.
Quien sufre el abandono por parte del padre, también puede sentir que la responsabilidad es de ese abandono corresponde a su madre, por no ofrecerle las condiciones mínimas necesarias a su padre para que éste permaneciera en el hogar y esto consciente o inconscientemente puede generar mucho resentimiento y distanciamiento en la relación madre-hijo. Luego no conforme con que el padre le ha abandonado o al menos esa es su percepción, su relación con la madre se ve amenazada.
En otra posición están quienes generan un lazo de dependencia absoluta con su madre, inclusive temiendo durante toda su infancia que elle le abandone. Los que se encuentran en esta posición, normalmente suelen crecer generando relaciones de alta dependencia afectiva y miedo al abandono.
La parte económica también suele verse afectada al padre abandonar a sus hijos, teniendo normalmente que la madre hacerse cargo de mayores cargas económicas, que de seguro demandarán más tiempo laboral y el niño verse afectado por el tiempo compartido con su madre.
Por otra parte estarán quienes en su vida adulta no quieran entregarse al amor, justamente por no exponerse al riesgo de ser abandonados. A diferencia del grupo anterior, no se comprometen y les cuesta mucho creer en el amor. Normalmente desarrollan relaciones superficiales, sin involucrar sus sentimientos en gran medida y cuando sienten que está ocurriendo, terminan por sabotear de alguna manera sus relaciones.
Otra huella que suele dejar el abandono del padre, normalmente en los hijos del sexo masculino, es que por no repetir el patrón de su padre, se ate a situaciones que no le favorecen y no sean capaces de plantear una separación, aunque el caso realmente lo amerite.
Adicionalmente podemos observar niños que resultan malcriados por sus madres, en la búsqueda de ella de no generarle más dolor, pueden dejar de establecerse límites, puede exagerarse la complacencia y pueden evitarse las responsabilidades asignadas al pequeño, lo cual termina afectándolo negativamente y lo convierte en un ser con ciertas carencias adicionales, quizás no afectivas, pero sí de responsabilidades, de colaboración y de preocupación por el otro. Formando adultos normalmente egoístas y con la creencia de que merecen todo sin importar el costo.
En el otro extremo, podemos también resaltar el comportamiento a abandonarlo todo, en cualquiera de sus etapas, se puede explicar esta conducta como previsiva: antes de ser abandonado, abandono yo y me evito ese dolor. Esto no solo se ve a nivel de familias y parejas, sino que lo pueden aplicar a proyectos, carreras o cualquier cosa que requiera de su compromiso.
No hay mucho que se pueda hacer cuando un padre decide abandonar a un niño, porque los compromisos impuestos normalmente no prosperan. Lo que puede hacer la familia restante de ese pequeño es intentar llenar ese vacío emocional y estar allí para contener, para apoyar y especialmente para amar de manera compensativa por quien ha marcado retirada.
No podemos suplantar el amor y la presencia de un padre, pero sí estamos en la capacidad de mitigar algunos efectos de su partida, con fines de hacerle a ese niño el camino más sencillo, a pesar del dolor que pueda acompañarle. Sembrar mucho amor en él y evitar que en su corazón crezca el rencor o el resentimiento es lo que con mayor eficacia disminuirá los efectos del abandono de su padre.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet