Las buenas personas no necesitan una razón para ayudar a los demás
Es cierto que todos tenemos bondad y maldad como parte de nuestro ser, sin embargo hay muchas personas que se han encargado de alimentar ese lado lleno de luz a tal punto que la oscuridad no tiene mucho espacio para manifestarse.
Las buenas personas van por la vida intentando hacerle a los demás el tránsito más ligero, intentando sacar una sonrisa en un rostro triste o amargado, andan sembrando el bien por doquier y no como muchos lo hacen, esperando atentos la cosecha, el momento oportuno para cobrar un favor, ni esperando en cuadro de reconocimiento. Lo hacen de manera espontánea, porque les nace, porque eso les nutre el alma.
Las buenas personas pareciesen tener un sentido más desarrollado para escuchar la divinidad que todos llevamos dentro, entendiendo los verdaderos propósitos de nuestra existencia. Sin dudar, son capaces de hacer sacrificios en sus vidas por ayudar a quien lo necesite.
“Aunque haya religiones diferentes, debido a distintas culturas, lo importante es que todas coincidan en su objetivo principal: ser buena persona y ayudar a los demás. ― Dalai Lama”
No prestan mucha atención a las personas ingratas o aquellas que se olvidan de quienes les tendieron la mano en momentos determinados de sus vidas, para ellas es más que suficiente haber hecho lo que estuvo a su alcance para colaborar con alguien más y nadie los marca negativamente generando en ellos un mal sabor por haber hecho lo que consideraban correcto.
No son jueces de nadie, pero sí tienen una alta capacidad empática, por lo cual suelen comprender mejor que muchos, los procesos personales de los demás, las causas de ciertas conductas, sin sentenciar, sin acusar, solo entendiendo la condición humana y los procesos de aprendizaje y de desarrollo de cada quien.
Es una dicha tener una de estas fuentes de luz a nuestro alrededor, sabemos que pase lo pase su mano estará allí dispuesta, sin preguntas, sin críticas, sin esperar algo determinado a cambio, solo lista para sostenernos, secar nuestras lágrimas, aligerar nuestra carga o simplemente posarse sobre nuestro hombro.
Estas personas son lecciones de vida caminando entre nosotros, algunas veces no las valoramos como se merecen, pero eso parece no afectar su disposición para ayudar. Son oportunas y discretas, no te hacen un favor para publicarlo, sí, es extraño, pero sinceramente no esperan nada distinto a la satisfacción que les genera haber ayudado a alguien.
“Mi vida es sólo importante si puedo ayudar a muchos, si mi vida es para mí y mi seguridad, entonces no la quiero. Mi vida es para la gente esa es mi filosofía. ― Bob Marley”
Si contamos con alguien así, no nos queda más que agradecerle, tratar de aprender de esa persona y de retribuir de alguna forma lo que recibimos de ella.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet