La tortura del pensamiento negativo y cómo dejarlo ir
Vivimos todo nuestro día en pensamientos, que van de acá para allá, que brincan sin mucha lógica de una rama a otra, como un monos salvajes, la mayoría de las veces nos sometemos a ellos y creemos que somos ellos y aquí es cuando le cedemos todo nuestro poder a nuestra creadora mente, que puede hacer de nuestra vida un completo remolino a través de la generación de pensamientos, que lamentablemente pueden resultar en una tortura para nosotros.
¿Cómo podemos identificar un pensamiento negativo?
A través de nuestras emociones, nuestro cuerpo reacciona a un pensamiento manifestando emociones, las cuales pueden ser positivas o negativas, si son negativas sentiremos sensaciones desagradables, frío en nuestras manos, presión en pecho, intranquilidad, miedo, angustia, tristeza, temblores desagradables, en fin… notaremos que nuestro cuerpo está dándonos una respuesta a eso que inclusive sin notarlo hemos pensado, y se puede llegar a convertir en una tortura.
Cuando estamos atentos a lo que sucede en nuestra mente es un tanto más probable que podamos sacar de provecho de la experiencia, que podamos fijar control y no dejar que los pensamientos negativos se encadenen unos a otros y nos coloquen en un callejón sin salida.
Nuestra mente es muy creativa, se puede decir que es un tanto paranoica, siempre está viendo un problema y probablemente sus soluciones, pero con su cuota característica de miedo, necesidad de supervivencia y drama. El mundo no está en nuestra contra, como ella muchas veces lo quiere hacer ver, tenemos muchísimas alternativas, que no tienen que estar vinculadas a una catástrofe o una tortura.
Cuando le damos a nuestra mente la posición que le corresponde, que es la de nuestra ayudante, todo comienza tener un sentido diferente. Comenzamos a domesticarla, a mostrarle un lado más amable donde puede descansar. No somos nuestra mente, ni nuestros pensamientos, ni siquiera nuestras emociones. Somos el observador de toda esta película y podemos tomar el rol de directores desde nuestra consciencia cuando vemos la interpretación desde el centro de control.
Tu peor enemigo no te puede dañar tanto como tus propios pensamientos. Ni tu padre, ni tu madre, ni tu amigo más querido, te pueden ayudar tanto como tu propia mente disciplinada.
― Buda Gautama
Entender que no debemos identificarnos con los pensamientos, es lo único que nos mantendrá fuera de la marea, observarlos, descubrirlos: allí está nuevamente ese pensamiento que habla de lo catastrófico del resultado… pero sin engancharlo a nosotros dejarlo pasar, como cuando vemos a un avión en el cielo, nos percatamos de su presencia y lo dejamos pasar, no dejamos que aterrice sobre nosotros y haga un aeropuerto particular con todos los aviones similares.
Cuando aprendemos a mantenernos serenos, no simulando que no pasa nada, sino haciéndonos conscientes de los pensamientos pero no darles mayor importancia, ellos dejan de torturarnos, deciden dejar de manifestarse y podemos filtrar todos aquellos que no nos aportan nada para las soluciones que buscamos, sino decidirnos por los que trabajan a nuestro favor.