RINCÓN del TIBET

La edad no protege del amor, pero si protege de la edad

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La edad no protege del amor, pero el amor sí que protege de la edad

Ciertamente para amar no existe edad, no hay una edad ideal para el amor, no podemos esquivarlo, quizás maduramos un tanto con el paso de los años, pero si el amor nos toca, nos montamos en su nube para fluir con él. Además siempre tendremos infinitas maneras de amar, a través de nuestra vida habrá un desfile de personas, de lugares, de animales e inclusive cosas que se irán haciendo espacio en nuestros corazones.

No importa si somos bebés recién nacidos, o si estamos ya en una edad que consideramos avanzada, el amor está allí, en forma de alimento, para nutrirnos el alma, para hacernos volver a nuestro origen, a lo que realmente somos. El amor es la fuente de todo, es lo que nos ha permitido la vida, es la energía creadora misma y a través de él crecemos, nos fortalecemos y especialmente le damos sentido a nuestra existencia.

Hablamos de “protegernos” del amor, porque muchas son las veces que sufrimos en su nombre, pero el amor no es algo negativo, ni que nos ataca, por el contrario, vivimos a través de él y sin duda uno de nuestros propósitos fundamentales, siempre será el aprender a amar y a ser amados.

Podemos quitar las barreras, porque cuando aprendemos a amar y a ser amados, no resultaremos lastimados, no necesitaremos controlar, no tendremos expectativas que cumplir y aprenderemos que el amor nada tiene que ver con dependencia, con necesidades, con pertenencia. El amor es libre, es puro, es esencial… A través de él hemos venido y a través de él nos iremos de acá.

Dentro de todos los beneficios que trae consigo el amor, detectamos la felicidad, la lozanía, la juventud propia de un corazón que se acelera de emoción, el amor nos protege de la mayoría de las cosas que nos afectan…. Incluyendo los efectos del paso del tiempo. Como para el amor no existe el tiempo, nos lleva por ese canal de energía en donde nos sentimos desvinculados de esa dimensión que determina muchas veces dónde debemos estar, cómo debemos estar y con quién debemos estar.

Cuando amamos realmente, las edades no son más que números simbólicos, nuestro espíritu es joven, no nos limita la piel, ni su elasticidad, o una que otra canita, o alguna línea de expresión, sabemos que allí no hay nada trascendente y por la poca importancia que demanda el tema en nosotros, menos son los efectos del paso de los años sobre nosotros.

Basta que centremos nuestra atención en algo que no deseamos, para que se intensifique cada vez más en nuestras vidas. Como normalmente el amor roba nuestra atención y nos mantiene entretenidos, no dejamos mucho espacio a pensamientos que nos limiten o nos perjudiquen… Así que sin duda, amando, es el mejor estado en el que podemos mantenernos y lo mejor es que para amar, solo necesitamos un corazón cargado… Porque siempre encontraremos dónde depositar esa energía maravillosa.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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