La atención no se ruega, cuando no eres prioridad, no lo eres y punto
Es fácil engañarse a uno mismo justificando desplantes, colocando pañitos de agua tibia, consolándonos con algún tiempo que le sobre a alguien para dedicárnoslo, pero afortunadamente la vida no tiene por qué ser esto, la vida nos da la posibilidad de tener todo lo que queramos, es nuestra mente limitante la que nos hace pensar que conformarnos es una opción.
Así como nosotros podemos escoger con libertad a quienes le damos prioridad, quienes ocupan nuestros espacios, nuestro tiempo, a quienes les dedicamos nuestras atenciones, el resto el mundo es libre de hacer lo mismo y si no somos prioridad para alguien que sí lo es para nosotros, lo mejor es aceptarlo y lo más saludable es dirigir nuestras prioridades a otra dirección.
Siempre será prudente dar un margen de tiempo para que conquistemos a quien nos importa, en el caso de que es alguien que no nos conoce, para hacernos notar y para mostrar de nosotros aquello que estamos dispuestos a ofrecer a esa persona que nos interesa, sin embargo, una vez transcurrido ese tiempo y no haber despertado el interés y la atención de la otra persona, lo más saludable es dejarlo atrás, porque claramente no seremos su prioridad.
Demos a cada quien la posibilidad de elegir libremente con quien estar, sin presiones y sobre todo conservando nuestra dignidad, no nacimos para mendigar o rogar amor, nuestra naturaleza es amar y ser amados. Revisemos nuestras creencias en cuanto al amor se refiere, inclusive en cuanto a la amistad y saquemos de nuestra mente todas aquellas que puedan estar interfiriendo en nuestros conceptos de merecimiento.
Cuando nuestras creencias nos resultan favorables, cuando nuestra autoestima está bien afianzada en nosotros, es difícil que nos conformemos con poco, no se trata de ser arrogantes y pensar que nos merecemos todo y que todos se deben a nosotros, se trata de entender con toda humildad que tenemos la capacidad de tener lo que queremos en la vida y que solo desde la práctica adecuada del merecimiento podremos vincularnos a otras personas recibiendo lo que por naturaleza nos corresponde y nos es otra cosa que lo que lo que estemos dispuestos a ofrecer.
Suelta todo lo que no te hace feliz, sencillamente déjalo ir, toma la mejor actitud ante aquello absolutamente fuera de alcance y concédete la oportunidad de darle espacio en tu vida a quien te dé espacio en la suya… y no el espacito que le sobra luego de la repartición, el espacio que te haga sentir comodidad, seguridad y plenitud.