RINCÓN del TIBET

Hay tantos con quien estar, pero tan pocos con quien ser

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Hay tantos con quien estar, pero tan pocos con quien ser

En la vida hay de todo tipo de personas y nos topamos a lo largo de nuestro camino con una gran variedad de ellas, pero las conexiones nunca representarán lo mismo cuando hablamos de nexos diferentes. No podríamos asegurar a qué se debe la afinidad, la química, la compenetración e inclusive la confianza, pero sin duda para cada quien siempre habrá al menos una persona especial… ésa que además de permitirle estar, le permite ser.

Cuando nos limitamos a estar, podemos llevarlo al extremo y compararlo con el hecho básico y automático de respirar, de ocupar un espacio físico, que aun siendo algo muy complejo dentro de lo elemental que pueda parecer, no se compara con el ser, mucho más conectado con la esencia, con lo que verdaderamente llevamos dentro.

El ser muchas veces nos lo permitimos con aquellas personas que suman a nuestras vidas, con aquellas que nos miran desde el amor, con ojos de entendimiento y empatía. Nos cuesta realmente exteriorizar lo que somos con alguien que intenta continuamente cortarnos las alas, con quien permanentemente nos critica o nos juzga, con alguien que solo está esperando nuestro tropiezo para sacárnoslo en cara.

Quienes no pueden apreciarnos con nuestras virtudes y también con nuestros errores muchas veces no deben tener el privilegio de que seamos con y a través de ellos. Ciertas personas pareciesen ser de las que suman hasta llega algún momento que nos permite evaluarlas en otros contextos, quizás cuando estamos en alguna situación  complicada, cuando no podemos ayudarles, cuando no podemos facilitarles la vida y son esos momentos los que nos ayudan a filtrar y a saber cuándo alguien está a nuestro lado solo por algún tipo de conveniencia.

Ciertamente es mucho más agradable compartir con quienes están bien, que dominan su vida, que no tienen problemas, que están sanos, pero parte de la vida puede ser diferente a esos estados ideales y el saber hacer acto de presencia en la vida de quienes nos necesitan en momentos cruciales, puede marcar la diferencia entre ser parte de aquellos con los que se puede estar y conformar parte de las personas con las que se puede ser.

Una misma persona puede representar neutralidad para alguien y para otro ser luz absoluta, o inclusive completa oscuridad, porque a fin de cuentas todos vamos tejiendo nuestra red de afectos, de espacios en el corazón. Recordemos que lo que damos recibimos, si permitimos a quienes nos rodean, ser, desde el respeto, la tolerancia, el entendimiento y el amor, de seguro contaremos con muchos más con quienes nosotros podamos realmente ser y crecer. Porque para eso estamos, para evolucionar, para amar y para reconocernos, inclusive a través de los que amamos.

Que todas tus relaciones sanen.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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