Hay quienes nunca se van de nuestras vidas por más que se despidan
Algunos entenderán al momento lo que se quiere decir en esta entrada, mientras otros afirmarán que para ellos un cierre de ciclos no contiene puntos suspensivos…
Muchas veces por más que tengamos motivos para alejarnos de alguien e inclusive las ganas y la disposición, simplemente se puede hacer imposible… Algunos afirman que esto ocurre cuando aún hay cosas que aprender en esa relación, cosas que sanar, que superar, que en algunos casos cuando las logramos resolver forman la base para una relación que perdura en el tiempo o bien cada quien puede tomar su camino sin ningún tipo de ancla.
Lo cierto es que ninguna persona que se relaciona con nosotros, lo hace por simple casualidad, sino que existe un propósito que profundiza el nexo: una enseñanza, una ayuda, una señal para movernos o bien un cambio completo de vida. Podemos pensar que ciertas relaciones son intrascendentes, pero algunas de ellas, luego de ponerlas bajo observación, resultan de gran influencia o relevancia en aspectos importantes de nuestras vidas.
Esas personas que no pueden salir de nuestras vidas, que van y vienen, que nos despiden con frecuencia y que de alguna u otra manera retornan, con las mismas o diferentes intenciones, pero buscando sencillamente están cerca, ocupan un lugar vitalicio en nuestras vidas, que se han ganado a pulso, aun cuando no hayan sabido permanecer de una manera en particular, ésa es su forma y nosotros le permitimos ese vaivén.
Cuando el retorno se hace rutina, luego de una despedida en las dinámicas personales, se genera desconfianza en la despedida y ambas partes están siempre a la expectativa del regreso, de la presencia, de la participación en la vida del otro. Puede ocurrir en alguna de las oportunidades, que esa vez si sea la definitiva, que algo ocurra en alguna de las partes que imposibilite el retorno y esto genera muchas veces vacío y frustración. Porque aun cuando nos hayamos despedido, ya lo hacemos con la idea de que pronto se generará un reencuentro.
Existen personas que pueden resultar perjudiciales a nuestras vidas, que querrán regresar una y otra vez, inclusive cuando mejor nos vean, sentirán mayor necesidad de hacerse sentir, estas personas pueden desestabilizarnos, sabotear lo que estemos haciendo y nuevamente marcharse. Ante este tipo de dinámicas, es conveniente entender que lo que está moviendo a la otra persona no es otra cosa, más que su ego, que no se siente conforme con que seamos felices, que tampoco se siente en capacidad de aportar a nuestra vida luz, estabilidad, amor, constancia, pero no quiere que encontremos eso en alguien más.
Para no repetir ciclos será necesario sanar los vínculos, desde el corazón y permitir la entrada a nuestras vidas de lo que sume, no lo que nos genere tormento y no nos permita avanzar. Aprendamos a pasar páginas y cerrar capítulos con estilo, sin rencores, sin historias inconclusas, sin que sintamos que quedamos debiendo o alguien ha quedado en deuda con nosotros, aprendamos lo necesario y sigamos adelante, que lo que tiene que ser será, sin necesidad de forzarlo y sin posibilidad de evitarlo.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet