Háblame siempre con la verdad, yo veré qué hacer con ella
La honestidad es uno de esos valores que inclusive pudiese ser despreciado por algunos y es que muchas veces hablar con la verdad duele, lastiman, separa… En lo particular prefiero que me hablen con la verdad ante cualquier escenario, ante ella puedo buscar la mejor alternativa, puedo inclusive tomar acciones constructivas, sin embargo, si con mentiras me tratas, poco quedará por hacer.
Ciertamente hay mentiras que jamás se descubren, sin embargo, ellas tienden a flotar y hacerse visibles por más profundo que sea el pozo, por eso siempre se tiene que hablar con la verdad. Y al ser descubiertas el dolor es multiplicado, porque está el que genera lo que se ocultó o de lo cual se administró convenientemente la información y está el que genera la mentira en sí. El perder la confianza en alguno de nuestros afectos, resulta en muchas ocasiones devastador.
A veces, ya por cuenta propia y con toda la responsabilidad que ello implica, decidimos dar una segunda oportunidad y es muy particular el vernos nuevamente en ese punto, es como haberle dado a quien no logró matarnos de un primer disparo, otras balas a ver si ahora el fin es letal.
Obviamente con tropiezos y decepciones, vamos aprendiendo, pero, ¿aprendiendo a qué? Ese aprendizaje no es una evolución como seres humanos, sino lo contrario… Aprendemos que pocas son las personas que merecen confianza, que es peligroso entregarnos por completo, que las segundas oportunidades por lo general no son merecidas, que la honestidad es realmente escasa, que quienes más amas tienen mayor capacidad de lastimarte… En fin, nos alejamos de lo que somos en esencia y corremos el riesgo de envolvernos con la coraza más resistente de todas, que aunque no entran las mentiras, tampoco se cuela el amor.
Aunque hablemos con la verdad, debemos aprender a filtrar lo que nos ocurre, evitando generalizar, inclusive evitando traer a nuestro presente experiencias de nuestro pasado que nos hayan resultado incómodas o dolorosas, ya que de esa manera nuestro enfoque se dirige a aquello que nos ha lastimado y por atracción, en nuestras vida con facilidad se presentarán situaciones similares a esas que irónicamente nos gustaría evitar.
Todo lo que intentamos evitar, lo atraemos.
Lo más beneficioso que podemos hacer es alejarnos de los focos de engaños y mentiras, comprendiendo que para algunas personas es más sencillo ser deshonestos y jugar con los sentimientos de los demás, enfocarnos en lo que queremos en nuestras vidas y tratar de ser lo más parecido a ello que nos gustaría tener cerca y seguir adelante con más experiencia y dispuestos a recibir la honestidad que nos merecemos.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet