Gracias por haber formado parte de mi vida
Desde que te fuiste la soledad se ha hecho espacio en mi corazón, es impresionante ver como se ha acomodado sin permiso colándose en cada rincón que ha encontrado sin piedad, es un sentimiento agridulce saber que ya no estás. Por un lado es agrio muy amargo como saborear un limón, incluso hoy cierro mis ojos y revivo el dolor de tu ausencia. Eras todo para mí, no me voy a molestar en negar una realidad, creo que llegaste a conocerme y podrás saber que no soy así. Te fuiste sin más dejando una herida abierta y profunda que ha costado cicatrizar…
Por otra parte la sensación es dulce, suave como la brisa rosando mi mejilla porque yo sabía, en el fondo sabía que el adiós estaba latente en nuestras vidas, se veía en tus ojos, tu falta de cariño me alertaba pero como cualquier enamorada lo negaba dentro de mí… y dentro del dolor me sentí liberada de esa presión que me mantenía en incertidumbre y agonía, las cadenas del tormento que me hacía pensar que te perdería cayeron… cayeron gracias a ti.
Pasaron pocos días cuando llegó el otoño, las flores caían, así como una que otra lágrima eventualmente rodaba por mi rostro al percatarme de tu ausencia… cada vez menos, incluso pensé que ya para el momento mi amor por ti estaría superado, nunca me imaginé que tomaría tanto tiempo olvidarme de alguien que me ha había hecho daño pero una vez más… estaba equivocada, vaya que estaba equivocada… Una nueva persona ocupa tus espacios, cuando la vi a tu lado aquella vez no pensé que me afectaría tanto, más que tu ausencia y eso es decir demasiado, definitivamente éste era un duro golpe, incluso viniendo de ti. Lo que todavía no entiendo es cómo pudo sorprenderme, aunque ahora que lo pienso claro que me pudo sorprender, si acostumbrabas a mirarme como ahora te dedicas a mirarla.
Después de tantas noches oscuras sería fácil pensar que se había disuelto mis sentimientos por ti, que ya eras una etapa superada, como era claro que ya tú lo habías hecho conmigo, con nuestro amor y aún más fácil hubiera sido gritar a todo pulmón que sí, que ya no estabas en mi vida, que ya yo no te pertenecía, pero yo sabía que todavía no era así. No tenía ni la más mínima idea de cómo deshacerme de este dolor, estaba desorientada ¿Qué más daría odiarte? ¿Qué ganaría con el rencor? Cuando todo lo que fuimos ya se había perdido desde el momento en que dijiste adiós, en el que decidiste por los dos que lo nuestro se convirtió en un suspiro.
Sin embargo, hoy te agradezco, mírame, por favor mírame bien a los ojos, porque aunque son los mismos ojos que te gritaban que te amaba, hoy no tienen la misma mirada, hoy soy más fuerte porque vencí, gané la batalla y la gané sin ti, gracias por las heridas que ahora son cicatrices perfectas, marcas que me recuerdan el desencuentro y el encuentro que tuve conmigo misma para ser quien hoy soy.
Valiente, honesta, luchadora, amante de mí misma, alguien que aprendió a valorarse y respetarse, a darme mi lugar, tú no me convertiste en eso, yo ya lo era, pero tú me ayudaste a descubrirlo y por eso mil veces gracias. Un nuevo día, un nuevo comienzo donde el sol brilla a todo dar, donde el cielo está despejado y los pájaros comienzan a cantar, un arcoíris en cada día por eso hoy solo puedo agradecerte haber pertenecido a mi vida.
Te quiero… gracias porque vives, porque ayer me dejaste tocar tu luz más íntima y porque dijiste con tu voz y tus ojos lo que yo esperaba toda mi vida. ―Frida Kahlo
NG