Están los que dicen quererte y luego están los que te lo hacen sentir
Muchos de nosotros entendemos la enorme distancia que existe entre escuchar un te quiero, un te amo, un estoy aquí para ti, a efectivamente llegar a sentir que esas palabras tienen sentido.
Algunas personas solo se limitan a verbalizar sus intenciones, pero no están ni llegan a hacer nada efectivamente por ir más allá de sus palabras, mientras que otras, quizás sin decir algo que podamos escuchar, podemos percibir a través de sus acciones su verdadero sentir, porque siempre están ahí para nosotros.
Inclusive están los que no solo no sustentan con acciones sus palabras, sino que son totalmente incoherentes, endulzan los oídos con promesas, con intenciones, con lo que dicen sentir, mientras nos amargan el alma con acciones que distan mucho de aquello que podemos escuchar.
Evidentemente es muy enriquecedor escuchar palabras bonitas, planes de los cuales formamos parte, promesas de amor, pero si esas palabras no pasan al segundo nivel, no tienen ningún sentido. En un principio ilusionarán y prepararán el terreno para la siembra, pero cuando no haya sustento, cuando no haya acciones derivadas de esas palabras y con el paso del tiempo, la credibilidad irá disminuyendo, la palabra dejará de ser escuchada…
Inclusive en quienes más fe tengan y hayan caído reiteradas veces en la tentación de creer y de esperar, llegará un momento que la inocencia y la paciencia se agote y junto a la decepción llegue la distancia.
“Fíese sólo de los hechos. La vida sucede en los hechos, no en las palabras.” ― Alfred Adler
Aprendamos a ver más allá de lo evidente, tenemos además de nuestros cinco sentidos, el poder de la intuición, que es el más útil de todos, sin embargo requiere de nuestro adiestramiento para poder hacer uso de él. Cuando callamos y le damos paso a esa voz que sale de nuestro interior, podemos recibir la orientación que quizás necesitamos para creer o no en quien con palabras hermosas nos habla, sin necesidad de esperar a los hechos, sin esperar demostraciones, podremos sencillamente confiar en nuestro instinto y permanecer donde nos convenga estar.
Valoremos a quienes cuidan sus palabras y de su boca no sale nada que no tengan intenciones o capacidades para sustentar. Valoremos a quienes sin decir nada, nos lo dicen todo a través de sus acciones, que nos hacen sentir queridos, amados, respetados, que nos hacen sentir parte importante de sus vidas, sin el protocolo verbal que muchas veces solo tiene la intención de ganar tiempo, de calmar nuestra sed de afecto, pero sin intenciones reales de llenar el vaso de agua.
Y si se trata de nosotros, tratemos siempre de ser coherentes, si vamos a hablar que sea de aquello que hace antesala a lo que haremos y si de decidir se trata, recordemos que una acción dice más que mil palabras.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet