RINCÓN del TIBET

El entusiasmo debemos inculcarlo en nuestros hijos

entusiasmo

Está en nosotros contagiar a nuestros hijos de entusiasmo por la vida

Muchas veces cuando estos pequeñines llegan a nuestras vidas, no estamos al tanto o no somos conscientes de todo lo que abarca el ser padres, de todo el entusiasmo por la vida que debemos transmitirle a nuestros hijos para procurar que tengan un vida llena de éxito, y que dentro de esos éxitos esté el mayor de todos, que sean felices.

Nuestro principal propósito de vida es alinearnos con nuestra felicidad, y esto no es tan sencillo cuando nacemos y nos inculcan patrones de conducta que van de la mano de las costumbres de una sociedad, de etiquetas de bueno y malo, de religiones, de expectativas que debemos cumplir.

Ciertamente desligarnos y salir de esa rueda de hámster totalmente libre de libertades no es un proceso sencillo, pero podemos intentar detener el paso y ver un poco más allá y hacernos responsables de ver la vida con otros ojos y desde esa visión enseñarle a nuestros hijos que vinimos a este mundo, no solo a cumplir con deberes, ni a trabajar para vivir, ni a cumplir horarios rigurosos, sino a hacer lo que nos haga felices.

Es necesario enseñarles a ver con entusiasmo lo importante de la vida, a regocijarse cada mañana por una nueva oportunidad, a que disfruten todo lo que hagan y a que hagan las cosas con amor. Enseñarles una luna llena, un atardecer, el nacimiento de algún ser viviente, a cultivar amor, a quererse y respetarse, a no permitir que le impongan cosas que sientan que lo perjudican o atentan contra su integridad.

Esto no quiere decir no enseñarles a ser responsables, todo lo contrario, se trata de que aprendan a llevar su vida desde la perspectiva del entusiasmo. Evidentemente será difícil no hacer el recorrido típico de la mayoría de los hombres de esta tierra, pero que al menos que sean responsables de encontrar su felicidad, que cambien de conceptos, rompan paradigmas de ser necesario.

La vida no es complicada, la creemos y creamos complicada, si podemos abrir otros niveles de consciencia superior, si les enseñamos que nuestros pensamientos no nos definen, ni siquiera nuestro cuerpo, nuestro nombre, lo que poseemos, sino que es nuestra esencia, la consciencia superior, desde donde todo es perfecto, ellos irán poco a poco entendiendo la importancia de vivir en el ahora, de apreciar, de agradecer, entenderán que las etiquetas y los juicios son innecesarios y podrán ser un poco más libres al momento de tomar sus decisiones.

Mientras mejores ejemplos vean nuestros hijos, más sencillo se hará que entiendan el mensaje, así que empecemos nosotros mismos por ver con entusiasmo este milagro, que nos fue dado para disfrutarlo, para aceptarlo, para vivirlo, sin dramas, sin complicaciones generadas por nuestro ego, solo fluyendo con y a través de todo y sobre todo haciendo uso de la herramienta más importante para apreciar la vida: el amor.

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