RINCÓN del TIBET

El espejo de nuestros hijos

El espejo de nuestros hijos

Dicen que la primera obligación hacia nuestros hijos es hacerlos felices. Espero hijo, haber cumplido con este maravilloso mandato contigo. Edgardo Chas.

 

La maternidad, el suceso más hermoso que podemos vivir, pero sin duda el más difícil e incierto de todos. ¿Quién nos dice cómo hacerlo? ¿Dónde está el manual de cuidados? ¿Cómo sé dónde debo detenerme?…

Miles de dudas, cuestionamientos y temores llegan a nuestra vida junto a nuestros hijos. Indudablemente vamos aprendiendo, vamos orientando, errando y retomando, hasta que nuestros hijos alcanzan un nivel de consciencia que permita que ellos mismos atiendan sus necesidades más básicas y simples.

En este proceso, hemos escuchado a muchas madres cuestionarse: No sé qué le pasa a este niño, no comprendo por qué se comporta así, qué hemos hecho para merecer esta situación.

En el proceso de la crianza, es completamente normal que surjan millones de dudas sobre nuestro proceder, el temor a ser cuestionados como padres por los demás, en muchas ocasiones nubla nuestro entendimiento y enfoque de nuestros propios hijos. Olvidamos el centro de esta misión, desviamos la esencia de nuestra tarea y permitimos que la angustia, la intolerancia y la irritabilidad hagan estragos en nosotros.

Tener un hijo significa tener la responsabilidad de participar en el desarrollo de un ser humano; esto debe ser motivo de celebración. Repito, en el desarrollo de un ser humano, es decir, en su desenvolvimiento ante su propia vida, en el reconocimiento y valoración de su ser, de su existencia, es ser parte importante en el enamoramiento que tendrá este ser humano de todo aquello que lo rodea.

Para empezar no podemos convertirnos en verdugos, no podemos ser controladores de todo aquello que creemos debe y no ser. No ensuciarse, no correr, comportarse, no hablar alto, lavarse los dientes bien, dormir lo suficiente como para que mamá y papá puedan descansar, comer lo que se les ofrece, ser buen amigo, ser ordenado, ser honesto, ser bueno…ser, ser, ser…

¿Y en qué momento nos daremos la oportunidad de conocer a ese ser? ¿Es que ese humano que llegó a través de nosotros no “es”? ¿Qué hay de su propio ser?

Tú serás su primer héroe, el primer maestro, entrenador y guía. No importa lo exitoso que sea, tú serás la verdadera razón detrás de eso. Nunca subestimes tu amor por él. Cara Illinois

 

Tenemos la laboriosa tarea de ayudar a nuestros hijos a canalizar sus emociones, a conocer sus reacciones, a distinguir entre lo que está bien de lo que no lo está, a establecer hábitos, patrones, a desarrollar su seguridad, consolidar su autoestima, reconocer el respeto…pero ante todo, la única y mayor responsabilidad que adquirimos al ser padres, es amarlos.

Todo lo que nuestros hijos reciben de todo aquel que interviene en algún momento en su vida, se repetirá para siempre, pues quedará impreso en su alma como quien imprime en cera virgen. Cada palabra, cada gesto, cada caricia o abuso, cada mirada de amor o desamor, cada respuesta que le damos, cada atención… cada instante.

Somos sus padres, somos sus guías, somos su ejemplo y su espejo. Nuestros hijos se verán para siempre reflejados en nosotros mismos; quizá por esto nos resulta tan difícil dejarlos ser. Sentimos la permanente necesidad de que sean todo aquello que deseamos, pensamos que nacen con la programación de que sus padres merecen todo respeto, admiración y entrega por parte de sus hijos. ¿Y es que los padres no debemos ganarnos de nuestros hijos tal admiración? ¿Y es que a los padres no nos corresponde lidiar con nuestros miedos y hostilidades para que nuestros hijos nos respeten por amor y no por temor?

Si esta reflexión estuviera orientada a la importancia de los hijos en la vida de los padres, habría mucha tela que cortar, pues para cada madre y padre cada hijo es un aprendizaje diferente, remueven todo dentro de nuestro ser y sacan lo mejor y lo peor de nosotros. Pero esta reflexión es sobre la importancia de los padres en la vida de los hijos, lo que siempre seremos y representaremos en cada uno de ellos para bien y para mal…por eso somos su espejo.

Pensemos por un segundo, que queremos que miren nuestros hijos el día de mañana cuando vean su reflejo en el espejo, ¿qué deseáramos que recuerden de nosotros?, ¿será que la casa siempre estaba limpia y arreglada?, ¿será que siempre tenían estrictos horarios para todo y eso los hizo más organizados?, ¿será que siempre fueron tratados como adultos y eso les forjó el carácter?…

El niño no aprende lo que los mayores dicen, sino lo que ellos hacen.  Baden Powell

 

Que tus hijos recuerden de ti amor, paciencia, compasión, humanidad, pero sobre todo que recuerden que siempre tuvieron la opción de ser ellos mismos, de expresarse, de manifestar sus temores y deseos, de elegir, de vivir su infancia, de aprender de sus errores y poder corregirlos.

Siempre es momento de imprimir en nuestros hijos algún detalle que jamás olvidarán en sus vidas, tanto bueno como malo, que las palabras no sean golpes, que las caricias no sean castigos, que las enseñanzas no sean negativas; sé siempre su guía, su orientación, su modelo…que cada te amo no sea por hábito, sino para recordarle que él es lo mejor que te ha pasado en la vida.

Eres el espejo de tu hijo, pero el reflejo que tu hijo debe ver al mirarse al espejo es el de su propio ser.

 

Te invitamos a visitar:

El papel protagónico de todos los hijos

 

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