Es más difícil que una persona infiel cambie, si su pareja le ama más de lo que se ama a sí misma
Cada uno de nosotros atrae a la persona con la que establecemos cualquier vínculo. A veces resulta complicado entender que una persona atraiga a alguien que le hace daño, que le engaña, que le maltrata. Pero todo en nuestro mundo corresponde a vibraciones y entraremos en resonancia con quienes sintonicen en nuestra frecuencia.
Evaluando los casos específicos de la infidelidad, si pertenecemos a una cultura que nos habla de respeto hacia la pareja, de dedicación exclusiva y de amores dirigidos solo a una persona, consideraremos la infidelidad como una falta a un acuerdo tácito o explicito preestablecido.
Para cada quien el que le sean infiel tiene un peso determinado, algunas personas logran verlo con ligereza, mientras que para otras es la destrucción de la relación. En cualquier caso, la gravedad del asunto la determinará los convenios o pactos realizados.
Una infidelidad puede trabajarse, perdonarse y dejarse en el pasado, sin embargo, no es sano convertir en hábito la dinámica destructiva de la infidelidad. Si alguna de las partes ha sido infiel, es válido que su pareja coloque en balanza ese acto y lo compare con sus proyectos, con sus ilusiones, con lo construido, con lo que está en riesgo y decida dar una nueva oportunidad a la relación.
Pero si quien ha sido infiel en alguna oportunidad toma como costumbre el faltar a su relación, especialmente porque siente que será perdonado todas las veces que sean necesarias, habrá que evaluar con detenimiento la ausencia de amor que los caracteriza, porque el amor no conoce de cantidad, pero sí de calidad y quien no sabe amar va por la vida lastimando a quienes se lo permiten.
Y hemos llegado a un punto crucial, la persona que de alguna manera permite que le sean infiel con la disposición permanente de perdonar, está siendo cómplice de algo que le afecta, está siendo la parte necesaria para que esa dinámica destructiva se dé una y otra vez. Solo nos ocurre lo que permitimos o creamos en la vida.
Al hablar de ausencia de amor, debemos resaltar que quien va con la bandera como muestra de ello, es quien se ha colocado su camisa de víctima para no quitársela más. Aquella persona que siente que no merece un amor comprometido, que no merece un amor exclusivo, que debe valerse del chantaje emocional que caracteriza la culpa. Y por lo general no importa con quién se relacione una persona con esta vibración, el perfil que terminará atrayendo siempre la vulnerará, la hará sentir mal, la traicionará. Esto solo cambiará cuando esa persona se sienta merecedora de un amor bonito, exclusivo, en donde se pueda crecer con los pilares del respeto y el amor, especialmente el propio.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet