El síndrome de Anna Karenina: un amor que destruye
Quizás te suene esta idea del síndrome de Anna Karenina, un trastorno que puede que hayas sufrido o haya padecido alguien de tu alrededor. Aunque no lo creamos, es más común de lo que parece.
En el amor, las cosas pueden salir bien o mal, pero si sufres el síndrome de Anna Karenina siempre sucederá esto último. No importan la pasión y la intensidad con la que se viva la relación. Siempre acabará mal.
Yo prefiero hacer y arrepentirme que no hacer y lamentarlo
-Anna Karenina-
Tu amor es peligroso para mi salud
Siempre nos referimos a las relaciones tóxicas como algo que debemos evitar. No solo porque nos dañan a nivel emocional, sino también nuestra salud. Cuando el amor es dañino y nos afecta de forma negativa, probablemente, debamos alejarnos de él.
Anna Karenina fue una mujer, un personaje creado por Tolstói, que vivió un amor dañino. A pesar de estar casada, un día aparece en su vida un hombre que rompe todos sus moldes. De repente, toda su vida empieza a girar alrededor de él.
Hay mucha pasión, mucho amor, pero también hay un final que inminentemente llegará. Anna Karenina lo deja todo por él, ¡él es el centro de su Universo! Las críticas las convierten en una víctima, su relación no es la esperada y Anna acabará suicidándose.
Es normal que vivamos intensamente el amor, pero hay ocasiones en las que no somos conscientes de que nos está haciendo daño. Anna Karenina lo dejó todo por un amor que no le brindó más que vacío. Realmente, no la llenaba. Lo mismo ocurre en las relaciones donde la dependencia está presente.
Relaciones dañinas
Si quieres saber si te encuentras sumergido en este síndrome tan curioso y llamativo, es importante que identifiques algunas características que describen este tipo de relaciones tan dañinas:
- Las relaciones son tan intensas y apasionadas que se pueden comparar con un tipo de adicción. En estas relaciones no hay término medio, es o todo o nada.
- No podemos hacer vida normal, pues estas relaciones ocupan todos nuestros pensamientos. Nos limitan y nos bloquean. Dejamos de lado a amistades y amigos. Es un amor ciego.
- Son relaciones que no nos dan la felicidad. Están rodeadas de sufrimiento, angustia, miedo al abandono… Cada día se buscan pruebas de amor por parte de la otra persona.
- Las frases de “sin ti no soy nada” o “no puedo vivir sin ti” se manifiestan realmente. Esto fue lo que llevó a Anna Karenina a un final tan trágico.
- Nos vaciamos de nuestro propio “yo” para llenarnos con aspectos de la otra persona. Por eso, cuando nos abandona, nos quedamos huecos por dentro.
Como podemos ver, el síndrome de Anna Karenina es un claro ejemplo de un amor tóxico, un amor que tendríamos que evitar vivir a toda costa, ya que nunca nos aportará felicidad.
El amor no es sufrimiento
Darlo todo por la otra persona, no poder vivir sin ella, es algo que define claramente este síndrome y algo que en la literatura se ha visto como “amor verdadero”.
Pero, en la realidad sabemos que el amor nunca debe llevarnos al sufrimiento y, lamentablemente, estamos continuamente luchando contra amores tóxicos.
Nunca debes permitirte perder tu propia esencia y dejar que tu vida gire en torno a una persona. La vida solo debe girar alrededor de ti mismo. En el momento en el que le das ese poder a otra persona, tu vida ya no depende de ti.
Así le pasó a Anna Karenina al sumergirse en un amor que realmente no le hacía feliz. Un amor que la llevó por el camino de la amargura. Un amor que la hizo sufrir mucho.
En las historias de amor la felicidad es siempre igual, en cambio, cada desgracia tiene su fisonomía propia
-León Tolstói-
El amor no está hecho para ser sufrido, el amor ¡debe hacerte feliz! Eliminemos la creencia de que para amar hay que sufrir porque no es cierto. Si sufres el síndrome de Anna Karenina es importante que ¡le pongas fin!
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