El miedo pasa, pero lo que dejas de vivir por él, no vuelve
El miedo es un mecanismo natural de protección, a través del cual nuestra mente acondiciona nuestro cuerpo para hacerle frente a situaciones de peligro. Sin embargo, nuestra mente por lo general tiende a dramatizar y nos ofrece los peores escenarios posibles, en los cuales las cosas salen mal, somos rechazados, no rendimos lo suficiente, somos incapaces, no resultamos atractivos, no nos dan la oportunidad, etc.
Es normal sentir miedo ante múltiples situaciones de nuestras vidas, a los cambios, a la novedad, al compromiso, al amor, a salir lastimados, a perder, a fracasar… Pero debemos entender y actuar en función de que más allá de ese miedo, justo atravesándolo normalmente está lo que queremos en nuestras vidas.
Podemos darle poder al miedo y permitir que nos limite, que nos diga hasta dónde, que nos diga cómo y que nos diga cuándo. Podemos callar nuestros sueños ante todas las alertas que nos gritan que no resultará como en realidad queremos. Pero no es en esa zona en la cual nos encontraremos, ni nos reconoceremos, por eso siempre tenemos que tener presente que esa sensación de miedo pasara.
Es sencillo creer lo que nos repetimos mentalmente a diario, pero ese disco que suena en nuestra mente, muchas veces no tiene que ver con lo que somos capaces. Venimos arrastrando cualquier cantidad de información a lo largo del camino, hemos tenido ejemplos en nuestras vidas, tenemos múltiples creencias, tenemos algunas de ellas que nos dictan cómo debemos comportarnos, en resumen somos es resultado de una formación, un acondicionamiento y una adaptación propia de lo que por una vía u otra se ha instalado en nosotros.
Cualquier cosa que hayamos aprendido a lo largo de la vida, la podemos desaprender, cualquier creencia que nos resulte inconveniente, la podemos desmontar y sustituir por algo que nos acerque más a donde realmente queremos estar. Y cada uno de nuestros miedos debe convertirse en un motor, en un impulso… De hecho la mayoría de las cosas que nos generan miedo, debemos tomarlas como las invitaciones perfectas a “saltar”.
El miedo a veces se supera, otras veces se olvida, otras veces solo resulta pasajero, pero cualquier cosa que nos perdemos por su causa no vuelve. Cuando dejamos pasar una oportunidad por miedo, la perdemos, puede que se nos presente otra, pero nunca la misma. La mayoría de los sueños no se concretan por un motivo: EL MIEDO. Cuando nos hacemos expertos en agarrar el miedo de trampolín, es cuando con mayor facilidad comenzamos a ver nuestros sueños materializarse.
Ante la duda, decide siempre desde el corazón, en lugar de hacerlo desde el miedo, porque este pasara…
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet