El amor que muere por mentiras y engaños, no resucita con disculpas
Si se quieren buscar atajos para acabar con una relación, basta someterla a una dosis de mentiras y engaños, que dependerá de la intensidad y concentración de la dosis y de la susceptibilidad del receptor.
Las mentiras y los engaños representan la vía expresa para el deterioro de la confianza, donde solo basta una para que todo lo dicho hasta el momento quede en duda. Los cuadros se empeoran dependiendo del tipo de mentira, de la intención, de la exposición y de las consecuencias.
Evidentemente mientras más nos importa una persona, más nos dolerán las mentiras. Algunos argumentarán amor como causa de sus mentiras, intenciones de proteger, de evitar dolor, no involucrar a alguien o cualquier otra cosa y puede ser que en esas intenciones coincidan con las verdaderas, sin embargo, eso no quiere decir que fue la mejor decisión.
“La verdad puede ser dulce o amarga, pero no puede ser mala; la mentira puede ser dulce o amarga, pero no puede ser buena.” Constancio C. Vigil
La honestidad es un recurso sumamente poderoso, que si se acompaña con prudencia, tacto e inteligencia, nos puede ayudar a evitar cualquier situación que pueda terminar en traición o engaño.
El miedo es el principal creador de mentiras, quien miente teme no ser aceptado si dice la verdad, teme el rechazo de quienes le importan, teme mostrarse tal cual es, teme perder algo que aprecia, teme dejar pasar oportunidades, teme proyectarse con algún tipo de limitación, teme a ser juzgado o criticado… Y en medio de todos sus temores puede preferir mentir y protegerse a sí mismo, mantenerse en una zona que considera más cómoda.
“El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera.” ― Alexander Pope
Normalmente las mentiras no vienen en bolsita individual sino en combos o en cadenas, la necesidad de que a una mentira le siga otra es lo que hace que normalmente la mentira se descubra. No podemos afirmar que la verdad siempre sale a la luz, porque de las buenas mentiras (las que nunca se descubren), no se manejan estadísticas, pero lo que sí podemos asegurar es que una mentira descubierta es el agujero que se abre para que salga por allí el amor.
La decepción de quien se siente engañado y burlado por lo general es de gran magnitud, no se encuentra con facilidad, aunque le expliquen mil veces, la necesidad de haber sido engañados y les resulta sencillo ubicar cualquier otra vía que ellos pudiesen haber podido tomar en el lugar del otro, en lugar de mentir o engañar.
El amor se quiebra con facilidad ante los engaños, se vuelve frágil, se llena de rencores, se carga de resentimiento, de dolor, de rabia y tristeza. Ciertamente hay posibilidades de trabajar por una recuperación cuando hay engaños, sin embargo, por muy bien que sane la herida, se notará la cicatriz. El amor es para cuidarlo, para valorarlo… Cuando hay mentiras y engaños, no se puede pretender que los daños desaparecerán a través de unas disculpas.
Por: Sara Espejo –Rincón del TIbet