RINCÓN del TIBET

De los logros y fracasos de tu hijo no debe depender tu amor

logros

El amor por los hijos tiene que estar desvinculado de sus logros y fracasos

Podemos afirmar que el amor hacia los hijos es el que realmente tiene más posibilidades de encajar en aquello llamado amor incondicional, ése que es independiente de algo para darse, ése que alimenta y cubre cuando es necesario, el que está disponible en cualquier momento para ellos, sin que tengan que hacer absolutamente nada para conseguirlo.

Vincular el amor que sentimos por nuestros hijos a sus logros es una de las maneras más perjudiciales bajo las cuales podemos formarlos, ya que les hará pensar que no valen como seres únicos, especiales, vidas en formación, contenedor de sueños… sino que valen por los logros que consigan y esta creencia los perseguirá toda su vida.

No es más merecedor de amor el que saca 20 al que saca 10 sobre 20, no es más merecedor de amor el que habla dos idiomas a los 5 años, no es más merecedor de amor el que arregla su cuarto o el que siempre se comporta de la manera que esperamos, puede ser que sintamos mayor orgullo por sus logros, pero el amor siempre debe ser la gasolina que los mueva.

De hecho, incluso las conductas que llamamos inapropiadas, por lo general son el reflejo de algún tipo de carencia y las reprensiones y acciones tomadas, normalmente no son las más adecuadas. Lo primero que se debe revisar al momento de que algún niño demuestre actitudes que puedan preocuparnos es su entorno, qué pasa en su familia, en su casa, en su escuela, ¿Existe algún cambio importante que pudiese estarlo afectando? ¿Alguien podría estarle perturbando su tranquilidad? ¿Le estamos dedicando suficiente tiempo de calidad?… Luego de esta revisión, podemos enfocarnos en el manejo de la conducta del niño.

Un niño será el reflejo de su formación y las heridas emocionales o los errores que cometemos sus cuidadores será un material del cual dispondrá a lo largo de su vida. Así que tratemos de hacerlo lo mejor posible, es una personita que lo que demanda es amor, cuidado y atención, incluidas en ellas las fronteras asociadas a los diferentes valores humanos.

Todos tenemos defectos, inclusive los más pequeños, pero eso no los hace menos, los hace humanos… y nosotros podemos canalizarnos no para que sean lo que nosotros queremos que sean, sino para que ellos busquen la mejor versión de sí mismos, para que persigan SUS sueños, para que sepan que lo pueden alcanzar todo, que las limitaciones para obtener sus logros solo las encontrarán en su mente, así como los monstruos…

Ayudarlos a superar sus limitaciones, respetar sus tiempos, guiarlos para superar sus miedos, respetar sus ilusiones, no compararlos, orientarlos con la consciencia de que son seres con un propósito propio y que de alguna manera nos han escogido para hacer más fructífero su aprendizaje y sobre todas las cosas, circunstancias, calificaciones, resultados, actitudes y aptitudes, AMARLOS, es nuestra responsabilidad…  y además una de las más grandes dichas.

 

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