RINCÓN del TIBET

El amor es más una decisión que un sentimiento

El amor es más una decisión que un sentimiento

El amor está sobrevalorado

El tipo de amor al que nos referimos en esta entrada es al amor que se forma en las parejas y que no tiene mucho que ver con el amor incondicional o ágape, ese que reconoce que todos somos parte de lo mismo y que el bienestar del otro es tan buscado como el nuestro. Nos referimos al amor que justifica una unión o una relación.

Escuchamos cientos de veces parejas que se separan, justificándose con frases como: “es que ya no nos amábamos”, “dejamos morir el amor”, “se acabó el amor”, “cuando se acaba el amor nada se puede hacer”… Y todo el protagonismo de la ruptura se la lleva “el amor”, este tipo de amor tiene la ventaja de que puede construirse, puede decidirse y puede acabarse con la misma facilidad con la que una vez se declaró.

Por lo que podríamos decir que lo que se rompe realmente en las parejas es la disposición, son las ganas de trabajar en una relación, es el compromiso por una construcción conjunta. El amor real no depende las circunstancias, es porque es, se ama porque sí, independientemente de lo que podamos obtener de la persona amada. El amor real no se encarga de llenar vacíos o complementar, eso debería tener otro nombre para no confundirnos.

Este tipo de amores incondicionales no es frecuente en las parejas, puesto que la mayoría de ellas está buscando un sentimiento de bienestar junto a quien está, bien sea emocional, económico, social, familiar, etc. Y no se trata de juzgar este tipo de sentimientos, se trata de entender que lo que mantiene unidas a las parejas es la decisión racional de estar juntos, por lo que si esa decisión en alguna de las partes se modifica, el llamado: amor, comienza a morir.

Durante ese proceso pocos se detienen a pensar a profundidad qué es lo que los está llevando a esa situación, tienen muchas emociones y se confunden entre la desolación, el despecho, la rabia, la frustración o en el mejor de los casos la liberación. Definitivamente todos tienen derecho a cambiar sus decisiones, incluidas aquellas que involucran a otras personas, pero sería de utilidad pensar que nuestro amor no es otra cosa que el resultado de un pensamiento, es decir, un proceso netamente mental y consciente, a donde dirigimos nuestras energías, nuestros recursos, nuestros pensamientos, hacia allá irán dirigidos nuestros sentimientos.

Esto puede sonar pragmático, pero si alguien deja de pensar en positivo de su pareja, la aísla de sus planes, no invierte su tiempo en ella, no dedica su energía, esto es la causa de que “el amor muera”, no la consecuencia.

Obviamente las relaciones pasan por diferentes etapas y si la pareja se dispersa y no está clara en lo que conlleva y encierra cada una de ellas, incluyendo la etapa que le sigue a la inicial, donde la química está a flor de piel y las hormonas juegan un papel trascendental, pueden imaginarse que ya no sienten lo mismo, y es verdad, ya no sienten lo mismo, porque no son los mismos en primer lugar y porque han llegado a otro nivel donde hace falta centrarse y apostar por la relación, lo mismo ocurre cuando llegan los hijos, cuando llegamos a los 40 o cuando se presenta una tercera persona que despierta nuestro interés.

Cuando sientas que el amor está muriendo en tu relación, realiza un balance, ve hasta qué punto esa persona es importante en tu vida, si los planes en conjunto valen la pena, si tienen hijos a quienes criar… Y si tu balance da a favor de la relación pues piensa que el amor está sobrevalorado, que no es más que la forma como tú lo quieres ver y que como se ha apagado o mermado, así mismo puede repotenciarse.

Por: Sara Espejo Rincón del Tibet

 

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