Date el permiso de tener días tristes
Muchas veces podemos desvirtuar un poco lo que es el manejo de nuestras emociones y corremos el riesgo de engañarnos a nosotros mismos, mientras hacemos un intento por mantener un buen estado anímico.
Nuestras emociones son el reflejo de lo que pensamos, si estamos pasando por un momento complicado, resulta normal que podamos sentir ansiedad, miedo, tristeza, todas ellas y muchas otras corresponden coherentemente con tránsitos difíciles y no debemos negarle la entrada a nuestras vidas.
Cuando aceptamos cualquier emoción, que tenemos días tristes, ésta deja de hacernos ruido, si estamos tristes, pero luchamos contra ese estado y nos obligamos a sentirnos diferente, estamos creando un conflicto interno, que puede resultar peor que la misma tristeza.
Es válido tener días tristes, es válido estar sensibles ante ciertos acontecimientos, es válido llorar lo que necesitemos. Las lágrimas nos ayudan a drenar lo que llevamos dentro, luego de que lloramos nos sentimos un poco cansados, pero normalmente más ligeros, podemos dormir más tranquilos, podemos continuar luego de esa limpieza que ha sacado en forma de lágrimas aquello que sentíamos atracado en la garganta.
No vamos a solucionar nada estando tristes, pero respetaremos nuestro cuerpo y nuestra mente, daremos un poco de espacio para manifestarnos y conocernos ante determinadas situaciones, permitiéndonos vivir esa esa emoción. Todos necesitamos días tristes.
Evidentemente, como todo, el problema está en los excesos, cuando nos rendimos y apartamos la alegría, el optimismo y la esperanza de manera indefinida, vienen los problemas mayores, nos apagamos y luego encendernos nuevamente puede requerir demasiada energía, que normalmente está debilitada en estos casos.
Una cosa es permitir vivir una emoción durante un período determinado, durante un proceso de duelo, ante la pérdida de alguien, por un cambio indeseado, por haber recibido un maltrato o una ofensa, por un día lluvioso o inclusive sin ningún motivo evidente y otra cosa diferente es entregarse a un estado.
Todos podemos sentir cuándo la tristeza está tomando más terreno del que debería, cuándo llevamos muchos días sin encontrarle mucho gusto a nuestros días, cuándo la sensación que predomina en nuestra vida es un nudo en la garganta o grandes deseos de apartarnos y refugiarnos en un rincón oscuro.
Acá es importante atajar el proceso, porque puede dar pie a una depresión, de la cual normalmente cuesta salir y siempre tiene efectos colaterales no deseados.
Así que tan importante resulta permitirse tener días tristes como limitar la tristeza en nuestras vidas. Darnos espacio, pero siempre cuidándonos, como si se tratase de un niño que está frente al mar por primera vez, permítele que entre al agua, que la sienta, que se familiarice, pero no dejes que se vaya a lo profundo porque salir puede resultar muy complicado y normalmente necesitará ayuda de un tercero.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet