Cuando decimos no creer en el amor, solo esperamos a quien nos haga cambiar de idea
Es cierto, cuando amamos tenemos la posibilidad de salir rotos, heridos, incompletos y muy lamentablemente podemos salir sin fe en el amor.
A ninguno de nosotros, partiendo de la buena salud mental y emocional, nos gusta que nos lastimen, que nos engañen, que nos ignoren o nos ser correspondidos. Pero el hecho de haber vivido una experiencia, o quizás varias, en las cuales hayamos resultado heridos, no corresponde a que el resto de nuestras vivencias en cuanto al amor se refieren deban tener los mismos resultados.
Es una locura odiar a todas las rosas porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños porque uno de ellos no se realizó. – El Principito
Sin embargo, cuando nos predisponemos, como todo en la vida, en que algo va a ser como pensamos, pues simplemente así resulta. Es por ello que debemos ser muy cuidadosos con lo que albergamos en nuestras mentes y nos repetimos constantemente, porque la vida es muy parecida a un restaurante a la carta, donde estamos ordenando constantemente, aún sin darnos cuenta.
Debemos soltar las creencias limitantes y debemos sincerarnos con nosotros mismos en cuanto a lo que queremos realmente y de esta manera nos facilitaremos la vida. Está bien perder la fe momentáneamente en el amor, producto del dolor y la desilusión, pero no debemos condenarnos a vivir si amor.
Por lo general cuando afirmamos que ya no creemos en el amor, que no lo necesitamos en nuestras vidas, internamente deseamos que llegue esa persona especial a ocupar nuestros espacios, que nos ayude a reparar y a sanar nuestro corazón, que nos haga volver a creer que vale la pena confiar, que vale la pena amar, que nos quite los miedos y derribe poco a poco las armaduras y corazas… y lo mejor de todo que no nos vuelva a lastimar.
Y cuando vemos nuestras experiencias de manera más práctica, sin aferrarnos a lo que nos duele, sino aprovechando las lecciones que podemos obtener, nos resulta más sencillo mirar nuestro dolor con compasión, pero sin victimismo, entendiendo que podemos sanar en la medida que aprendamos a soltar, a perdonar y a seguir adelante… Si dejamos que alguna experiencia nos quite la fe en el amor, estaremos dejando clavada una daga que nos impedirá siempre acercarnos al verdadero amor.
No permitamos que nada de nuestro pasado nos robe la posibilidad de vivir experiencias maravillosas, seamos cuidadosos en nuestras elecciones, pero entendamos que hasta esas heridas, esos vacíos y esas lágrimas, son demostraciones de que estamos vivos, que tenemos posibilidad de elección, que podemos entender que nos queda mucho camino por recorrer y no importa cuántas veces tengamos que levantarnos, el camino sigue y lo mejor está por venir.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet