Carencias afectivas que duelen
Yo tengo una carencia afectiva y quizás tú también. Una carencia que intento suplir, algo que debo solucionar, pero que es muy difícil, debido a que en mi infancia el cariño que se esperaba recibir nunca llegó.
Son muchos los niños que se ven sometidos a reglas estrictas de comportamiento. Padres que no saben que ellos también fueron niños y que es el momento en que se comporten como tal, ya que el tiempo pasa rápido y será muy pronto cuando se vean sometidos a comportamientos que se esperan son “los correctos”.
Consideramos que esto no es importante, que no nos marcará en nuestra etapa adulta. Esto es totalmente incierto, pues todo lo que nos sucede en la infancia nos afecta en nuestras etapas posteriores, en nuestra vida.
Yo solo quería un poco de cariño, un mínimo de afectividad. Solo recibí gritos y unos brazos y besos fríos que eran dados por obligación
Las consecuencias de la falta de afectividad
Somos personas que necesitamos ser amados, queridos… Si esto no lo tenemos desde la infancia, no dudes que te repercutirá en tu etapa adulta.
Como ya hemos dicho, son muchas las personas que sufren las terribles consecuencias de esta falta de afectividad, esta falta de cariño que tanto necesitamos.
A continuación te presentamos, por etapas, las consecuencias que desde pequeños nos provocan estas carencias afectivas:
- Primera infancia: los niños lloran para intentar llamar nuestra atención y no sonríen apenas.
- Edad escolar: los síntomas se manifiestan en la escuela con una falta de atención y una notable baja autoestima. La inseguridad, sentirse fracasado o destruirse psíquicamente, son algunas de las consecuencias en esta etapa.
- Adolescencia: la agresividad, los comportamientos neuróticos y las adicciones son lo que más llama la atención. Hay un deseo muy fuerte de que alguien les aumente la autoestima y de conseguir esa afectividad que no han tenido.
- Juventud: se pierde la capacidad de amar y se generan acciones de dependencia emocional.
- Edad adulta: relaciones inestables, infidelidad, conflictos en la pareja, son algunos de los síntomas que pueden aparecer a consecuencia de la falta de afectividad recibida desde pequeños.
Un pequeño gesto de cariño, puede llenar un corazón de felicidad
Una cosa que debes tener en cuenta, es que tú no eres el culpable de las consecuencias que te sobrevienen por esa falta de afecto y cariño que has tenido durante tu infancia. Tú no eres el culpable, repítetelo cuantas veces haga falta.
¡Todo se puede superar!
Aunque ese trauma de nuestra infancia, esa carencia afectiva que nos afecta tanto en nuestras posteriores etapas, todo se puede superar. ¿Qué debemos hacer?
En ocasiones debemos acudir a ayuda profesional para que nos oriente y nos ayude a redirigir nuestra vida por el lado correcto. Como hemos dicho, las personas pueden generar dependencias emocionales que provocan que se sumerjan en relaciones tóxicas.
Si eres una persona que has sufrido de carencias afectivas, buscarás llenar ese vacío que sientes al lado de alguien que en realidad no te va a llenar. Esto es algo que debe cambiar.
Desde luego, es una experiencia por la que tendrás que pasar, una consecuencia de esas carencias afectivas que has arrastrado desde tu infancia.
Hasta que lo entiendas, hasta que logres comprenderlo, te sumergirás en relaciones tóxicas llenas de dependencia que no te generarán más que dolor. ¿Y sabes qué? El amor no debería doler.
Mi mayor aspiración no es pedir cariño, sino merecérmelo
Esfuérzate por abrir los ojos y ver qué es realmente lo que te está pasando, cuál es el origen de tu problema y cómo poder solucionarlo. Lo normal es que acudas a ayuda profesional para que te orienten y te guíen correctamente en este proceso.
Si decides solucionarlo tú mismo, esto puede salir bien, o puedes convertirte en una persona frustrada por no lograr liberarte de la dependencia. Además, también serás fácilmente manipulable por los demás.
Empieza hoy mismo a superar tus carencias afectivas, que aunque sean algo que nos marca desde nuestra más tierna infancia, todo se puede solucionar y superar, aunque creas que no.