RINCÓN del TIBET

Amo la gente que sabe ser sol, aun cuando todo está nublado

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Amo la gente que sabe ser sol, aun cuando la vida está nublada

Somos muy afortunados cuando tenemos a nuestro alrededor a personas que son un sol, que cuentan con un brillo natural capaz de iluminar el más oscuro sendero. Estas personas pareciesen ven la vida desde un ángulo en donde las cosas son siempre para bien.

No se trata de personas que viven en una irrealidad, ni que niegan lo negativo que ocurre en sus vidas o en las vidas de los demás. Se trata de personas capaces de rescatar de cada situación por adversa que parezca, el lado positivo, capaces de ver soluciones a los problemas más complejos, que ven esperanza donde la mayoría la ha perdido.

No importa a ciencia cierta si el trayecto que atraviesan es escabroso o empinado, son fáciles de reconocer porque por lo general llevan una sonrisa en sus rostros, que es el reflejo de sus almas, de sus niveles de consciencia, desde donde tienen un profundo entendimiento del propósito de la vida.

Es por ello que no desperdician su tiempo o energías en quejas, en críticas hacia los demás, más bien la invierten en su crecimiento, en aprender de cada persona que toca sus almas, viendo desde el corazón, desde la compasión y la comprensión siempre están presentes. Disfrutan los momentos de alegría y aceptan los momentos de tristezas, teniendo presente que todo es transitorio y mientras más concentradas en el momento presente estén, más provecho sacarán de esta experiencia.

Tener a estas personas cercas es como tener ese pedacito de divinidad necesario para muchos que nos asegura que pase lo pase todo estará bien, es tener una mano que nos soporta cuando sentimos que no podemos más, es ese susurro que nos llena de fuerza y nos ayuda a levantarnos.

La luz que irradian esas personas que son un sol, es inevitable, no la pueden esconder y no la guardan nunca solo para ellas, sino que se encargan de iluminar todas vidas que estén a su alcance. Ciertamente es un gusto aprender de estas personas, contagiarnos de su energía y sentirnos realmente agradecidos por su presencia.

Si queremos sentirnos bien, rodearnos de personas positivas es como pasar un interruptor, donde activamos en nosotros aquello que puede estar dormido, inactivo o contaminado, volviendo a nuestra esencia, encendiéndola, sintonizando con aquello que somos, con aquello a lo cual pertenecemos, donde lo que predomina es la armonía, la serenidad, la paz, independientemente de los factores que nos pudiesen perturbar, y especialmente el amor, nuestra energía creadora.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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