RINCÓN del TIBET

Ámate tanto que cuando alguien te trate mal te des cuenta enseguida

Ámate tanto que cuando alguien te trate mal te des cuenta enseguida

En algunas ocasiones nuestro amor propio puede estar tan disperso que no es capaz de protegernos de situaciones que nos afectan, muchas veces pasando desapercibidos maltratos que nos llevan a menos.

Somos los únicos capaces de velar por nuestro bienestar y si no estamos lo suficientemente centrados o bien tenemos unos patrones de trato distorsionados podríamos estar expuestos a cualquier tipo de maltrato sin siquiera percatarnos o peor aún darnos cuenta y pensar que lo merecemos.

Solemos colocar paños de agua tibia sobre las acciones negativas que nos propinan las personas que apreciamos, tendemos a justificar, a tolerar y hacer extensivo en el tiempo, por lo general incrementándose acciones que nos dañan.

Cuando nuestra autoestima está bien plantada, tenemos muchos más recursos para definir límites de respeto, para darnos cuenta de que estamos recibiendo acciones que nos perjudican y se nos hace más fácil tomar las medidas necesarias que puedan cambiar los escenarios que vivimos.

Si no tenemos claro lo que nos merecemos, cualquiera puede venir a darnos lo que ellos consideren, sin que tengamos mucha posibilidad de acción al respecto. Todos tenemos una especie de imán que atrae a su vida lo que sus creencias determinan, si internamente no logramos conciliarnos con nosotros mismos y somos los primeros en faltarnos, eso con gran facilidad se proyectará a nuestro exterior y atraeremos a personas que nos hagan sentir exactamente como merecemos que nos debamos sentir.

Como es adentro es afuera, por eso cuando somos maltratados, antes de ver con lupa a quien nos maltrata debemos tomar un espejo y observarnos, estudiar qué estamos haciendo para respetarnos, cuál es la imagen que estamos proyectando en nuestra vida. Todos los problemas que tienen que ver con personas que se encargan de reflejarnos lo que llevamos dentro se solucionan cuando hacemos las paces con nosotros mismos.

En el momento que dejamos ir las ideas que nos perjudican, cuando trabajamos en lo que nos duele, cuando sanamos, se hace imposible que atraigamos a quienes nos perjudican. Solo cuando nos amamos y nos aceptamos como somos es que podemos ver al mundo diferente y en consecuencia el mundo nos verá diferente a nosotros.

Trátate como te gustaría que te tratasen, ámate como pretendes que te amen y sobre todo respétate como te gustaría que los demás lo hicieran. Nadie merece ser maltratado por nadie, no venimos acá para eso, sino precisamente a lo contrario, a amar, y esa actitud comienza y termina en nosotros mismos.

 

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