RINCÓN del TIBET

Algunas personas jamás nos dejan

Algunas personas jamás nos dejan

En esos días que se cargan de recuerdos más de lo habitual, que se llenan de nostalgia, la añoranza se apodera de nosotros para decirnos una vez más que ya alguien que ha sido parte fundamental en nuestras vidas, ya no está como solía hacerlo… y sí, el corazón se nos arruga, nos vuelve a doler, quizás con menos intensidad, como si el tiempo fuese diciéndonos a medida que pasa que sí podemos vivir sin esa persona, que no hace falta verla o escucharla para saber que sigue justo allí, habitando nuestro corazón.

Experimentar la pérdida física de alguien que queremos es una de las cosas más fuertes que nos puede pasar, todos sabemos que la vida es este baile y que dura lo que dure nuestra canción, pero cómo cuesta asimilar la idea de no poder abrazar a quien se ha amado, cómo duele no poder ver la cara de felicidad que tendrían por cosas que nos ocurren y sabemos que disfrutarían intensamente.

Asimilar la ausencia, aprender a estar, experimentar el vacío que deja alguien que amamos, solo es posible a través del amor y la fe… El amor que nos mantiene unidos durante la eternidad, donde no existen las barreras físicas, donde somos atemporales, donde la muerte no nos alcanza… Y la fe, la creencia de que desde algún sitio, nuestros seres queridos o bien todas las personas que dejan querencias en este plano tienen la capacidad de hacerse sentir.

Particularmente pienso que mis amores ausentes, nunca me han dejado, creo que están en su camino de evolución, de crecimiento, pero que eventualmente tienen la posibilidad de darse un paseo solo para rozar mi corazón y recordarme su particular nueva forma de amar, de hacerme sentir que sonríen con mi alegría, que de alguna forma me apoyan en mis tristezas… Siento que aunque no pueden abrazarme, me sostienen, que me cuidan de una forma inexplicable.

Ciertamente hay días en los cuales lo único que me reconfortaría serían esas palabras que solo esas personas podrían pronunciar, ese cálido abrazo que me cobijaba y me recordaba lo protegida que estaba, esos besos que evaporaban mis lágrimas y hacían brotar de mí una sonrisa… en esos días me esfuerzo por recordar las palabras, recordar las voces, recordar lo que sentía en cada momento que hoy atesoro, para no olvidar nada, para poder acudir a mis recuerdos cada vez que mi corazón necesite consuelo.

Pero otros días, más serena, más en armonía, me doy cuenta que la separación física es algo natural, es ley de vida, pero la separación de almas no se da entre aquellas que se aman… Me doy cuenta que mi corazón está en constante contacto con quienes amo, estén donde estén… Y así sencillamente sé que mis seres amados que se han ido antes que yo, no me han dejado, están conmigo… son eternos.

Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando.

― Rabindranath Tagore

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