RINCÓN del TIBET

Algunas personas gritan ayuda en silencio

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Algunas personas gritan en silencio por la ayuda que nunca piden

Muchas veces confundimos la dignidad con el orgullo, incluso con la soberbia, y esto ocasiona que muchas personas se sientan incapaces de pedir ayuda, aunque interiormente a gritos clamen por alguien que les oriente, les apoye o les brinde un espacio de solidaridad.

Ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad. José Martí

Pedir ayuda cuando se necesita, no es un acto de cobardía, por el contrario, se requiere mucha valentía para reconocer, aceptar y expresar cuando se requiere el apoyo de un tercero, no basta con necesitar la ayuda, además hay que tener la humildad de saber aceptarla.

Muchas veces vemos personas que aparentemente son muy duras, incluso consigo mismas, no reconocen debilidades y muchos menos se permiten tenerlas, estas personas generalmente viven en una coraza y pueden tener miles de dificultades y jamás pedir ayuda, ¿orgullo? ¿valores?… puede ser cualquier motivo, el caso es que el hecho de que una persona no pida ayuda no quiere decir que no la necesite, suelen ser quiénes más requieren apoyo.

Uno de los secretos profundos de la vida es que lo único que merece la pena hacer es lo que hacemos por los demás. Lewis Carroll

Quizás debamos aprender a ser un poco más sensibles ante estos escenarios, quizás debamos abrir nuestros sentidos y ser capaces de ver más allá, de percibir cuando nos necesitan o simplemente cuando podemos tender la mano de manera desinteresada, sin juzgar, incluso sin pretender que nos expliquen motivos o aclaren razones, simplemente ser solidarios.

Podemos pensar que la ayuda principal en la vida, casi siempre es de naturaleza económica, pues no es así, en muchos casos basta una palabra, compañía, solidaridad y silencio, solo tenemos que ahorrarnos nuestro criterio, dejar las suposiciones o el juicio, pues esta una de las razones más comunes por las cuales no brindamos ayuda, aún y cuando podemos hacerlo, porque juzgamos el proceder de las personas, pensamos que nosotros hubiéramos actuado de manera distinta y la simple y sutil supremacía de pensar que se está en mejor posición que los demás, empañamos la oportunidad de ser una mano amiga.

No basta levantar al débil, hay que sostenerlo después. William Shakespeare

Cuando estemos frente al orgullo de alguien y sepamos que esa persona necesita ayuda, si tenemos la oportunidad y disposición de ser útil, no lo pongamos en duda, una acción vale más que mil palabras.

Por: Marvi Martínez

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