A nadie le gustan las rupturas, incluso si somos nosotros los que hemos decido terminar o marcharnos, nos puede resultar abrumador. Nadie se vincula a otra persona afectivamente pensando en que eventualmente deberá poner fin a esa relación. Sin embargo, aunque no haya sido el plan original, debemos entender hasta qué momento es sano quedarse en una relación.
Muchas veces tienen que pasar demasiadas cosas, de las cuales a la mayoría no debimos darle la oportunidad de ocurrencia, para tomar la decisión de marcharnos. A veces nos toca irnos en añicos, por haber esperado demasiado, por quedarnos esperando que las cosas cambiaran, por intentar agotar todo lo posible, buscando alternativas distintas a una separación o bien por miedo a todo lo que envuelve una separación.
Casi siempre todo radica en el miedo… Vamos a nombrar las cosas más temidas, que nos pueden hacer permanecer en una relación en donde sabemos que quedarse es ir demasiado lejos:
Quedarse por miedo a tomar la decisión correcta:
Todo en la vida representa un riesgo, sin embargo tenemos muchas más posibilidades de acertar si apostamos por una nueva vida lejos de donde no podemos ya esperar nada distinto a lo que nos está haciendo desear partir de allí.
Quedarse por miedo a la soledad:
A la mayoría le da miedo la soledad, no estamos familiarizados con estar con nosotros mismos. Pero ese estado es maravilloso, solo hay que cederle un poco el paso para descubrir que es totalmente enriquecedor y el tiempo que pasemos a solas será el mejor para prepararnos para una próxima relación, si nos dedicamos a cuidarnos y a amarnos.
Quedarse por miedo a no conseguir otra pareja:
Hay muchas almas en circulación, como para que nos dé miedo no conseguir a alguien más… De cualquier manera enfocándonos en ser como esa persona que deseamos encontrar, vamos a generar la vibración necesaria para atraer a nuestra vida a alguien con quien compartir felicidad y bienestar.
Quedarse por miedo a que quien dejamos consiga una nueva pareja:
Deseemos lo mejor a lo que queremos dejar en el pasado, incluyendo una buena relación en donde le pueda ir mejor. No nos debe importar el hecho de que esa persona se vincule a alguien más, sabemos lo que estamos dejando atrás y por qué lo estamos haciendo o al menos considerando.
Quedarse por miedo a la inestabilidad:
Terminar una relación nos puede mover el piso y generarnos inestabilidad. Las nuevas rutinas, el manejo de actividades comunes, proyectos en conjunto, el tema habitacional, la solvencia económica, muchos factores se suman para generar en nosotros incertidumbre. Pero si estamos convencidos de que merecemos otro tipo de vida y otro tipo de relación, debemos dejar este miedo de lado y entender que somos capaces de ajustarnos y de estabilizarnos, de una manera más conveniente y provechosa para nosotros.
Debemos ser capaces de actuar de manera consciente, dejando cualquier miedo de lado. El miedo es el lenguaje del ego, intentando decirnos que cualquier paso que demos hacia lo desconocido será catastrófico, es una manera de nuestra mente drenar. Pero no tenemos que identificarnos con nuestros miedos, podemos observarlos y tratar de escuchar a nuestro corazón, que más allá de un capricho, sabe si nos conviene quedarnos o si en definitiva ya fue suficiente.
Acostumbrémonos a no alargar las cosas que nos dicen que no de múltiples formas. Cuánto no aguantamos en una relación a sabiendas de que nada va a cambiar para mejor… Nosotros lo sabemos, siempre lo sabemos, pero nos hacemos los locos y alargamos las muertes anunciadas, con ello solo perdemos más tiempo, energía vital e incluso ponemos en juego nuestra integridad.
Aprendamos a marcharnos en el momento oportunamente…
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet